EL MEGÁFONO > VALLE DE SAN LORENZO (III)

“La vida es una ilusión”

Miguel López Torres ayer en su libreria Valle Sur ubicada en la calle principal del Valle. | DA

NICOLÁS DORTA | ARONA

“La vida es una ilusión”. Sobre esta premisa camina Miguel López Torres, uno de los emblemáticos maestros que enseñaron a leer y a escribir en el Valle San Lorenzo y que ahora regenta junto a su hijo y su familia la librería Valle Sur, “la más antigua del municipio”, dice, ubicada en la carretera general del barrio. Es un negocio hecho por amor. “La abrí por mi mujer en el año 1975”, explica. Los libros están debajo de su casa, un buen terreno, con un salón donde guarda sus vinos y una pérgola para los coches. Hay un viejo y deportivo Mercedes importado de Alemania que funciona “perfectamente”, comenta.

A los 17 años Miguel López acabó Magisterio, labor que desempeñaría durante 34 años, hasta jubilarse a los 51. Sus inicios como docente fueron de interino en el Valle, después de trabajar en Transportes de Tenerife. La escuela estaba en la antigua sede de la tercera edad, donde antes había un granero. Luego Miguel López fue trasladado para impartir “alfabetización” en Hoya Fría. Tras acabar las oposiciones se vino cuatro años a Fañabé, “cuando en Adeje no había nada”.

En 1970 se casó y se trasladó de nuevo a Valle San Lorenzo, a un pequeño colegio de cuatro unidades. En 1975 se terminaron las obras de un colegio en el Valle y otro en El Fraile pero Miguel se quedó en su pueblo, donde de niño jugaba a la pelota en la carretera principal, cuando estaba sin asfaltar. Ahora es una vía muy transitada llena de comercios. “Mi casa era la última del pueblo, ya ve como ha cambiado todo”, explica. Ahora su está en medio de todo, frente a la pizzería Paraíso y otros negocios.

Antes Valle Sur vendía libros de texto, pero “había a que ir para Santa Cruz y no era muy cómodo”. dice. Ahora tiene básicamente literatura y material escolar, junto a libros de apoyo para los niños. “Es una librería familiar, mi hijo me ayuda en el negocio”, comenta.

En su salón Miguel López Torres guarda una vasta colección de vinos. Botellas traídas de todas las partes del mundo, por amigos y por voluntad propia. Hasta tiene algunas con la cara de Franco o de Felipe González. “Yo no creo eso de izquierdas ni derechas, y es verdad que antes había una dictadura, pero ahora otras, la dictadura de los partidos”, dice. Por eso entiende a los del movimiento 15-M, a los indignados, porque “no se puede seguir así como estamos hoy en día, con esta dictadura de partidos”, añade.

Puede haber entre unas 2.500 botellas que rodean las paredes del salón. En gavetas guarda otras, muy caras y curiosas. Su padre, Sabino López Vidorreta, era de La Rioja, y de ahí su predilección por los caldos. Muchos veranos Miguel iba al pueblo de su padre y traía botellas. Enseña por ejemplo un Petrus de 1994, un malvasía blanco de San Miguel de 1933, un Pingus, un Ribera del Duero de 1997 y un Hugo de San Juan de 101 años.

López ha viajado por el mundo. Estados Unidos, gran parte de Europa y Asia. Le encantó Japón. “La gente es muy amable, ceremoniosa, respetuosa”, dice.

Fue hace como unos tres años con su mujer y su hijo. “Me encantó”, insiste. “Valoro mucho el respeto, el respeto al amigo y que todo no vale en la vida”, explica. Al lado de la bodega guarda sus puros palmeros. Aprovecha para encender uno. “No me trago el humo y nunca he fumado cigarrillos”, confiesa. También fue cinco años presidente de Cruz Roja. “Ahora tenemos un solar debajo de El Mojón con suficientes metros cuadrados para hacer una buena sede y un centro de la tercera edad, que bien hace falta en el municipio, pero eso no será posible hasta que no está el Plan General”, afirma.
La faceta política formó parte de la vida de Miguel López. En 1979 se presentó a las elecciones municipales con el Grupo Independiente del Municipio de Arona (GIMA), que se uniría a la Agrupación Tinerfeña Independiente (ATI) y por el que desempeñó la función de concejal durante ocho años. “Personas que ofrecen al pueblo su honradez, lealtad y una corporación al servicio de todos”, se lee en el cartel electoral de 1979. “Cuando se fundó Coalición Canaria yo no quise saber de política”, comenta.
Su visión actual del Valle San Lorenzo es buena, aunque hay cosas que “necesitan mejorar”. “Cómo es posible que La Escalona tenga saneamiento y aquí no haya todavía”, se pregunta. Además, considera que deberían existir más plazas públicas y sitios donde sentarse. El barrio “era muy popular en los años 50 y 60, la gente vivía de la agricultura, era la mayor zona de tabaco del sur y una epidemia acabó con su comercialización”, dice el maestro jubilado. Ahora la realidad es otra y “se vive como se puede siempre con ilusión”, recalca.
Al salir del garaje se ve al frente el Roque de Jama. “Antes la gente tenía sus cultivos, ahora no se puede tocar”. Recuerda Miguel López cuando el Roque era el reloj del Valle. Por la Mesita Chica son las ocho de la mañana, por Piedra Negra son las diez, en la Cueva de las Palomas las doce y cuando el sol termina en el pico del Roque es la una del mediodía. Así dice en libro de dichos y refranes que este viejo profesor elaboró en 1993 con la colaboración de los alumnos del colegio Valle San Lorenzo a su paso por lo que era quinto de EGB.
Son cosas que se dicen todavía por la isla. “No es lo mismo venir que hablar con ella” dice el primero. “Riega y no te lleves de brumas de verano”, reza el último. “A mí siempre me han gustado”, comenta el maestro. También las anécdotas. Tiene muchas en una vida llena de ocupaciones que sigue afrontando “con ilusión” .