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OPINIÓN > POR TOMÁS CANO

Despedida

   

Ningún hombre sabe cuándo es feliz; sólo puede saber cuándo lo fue. Miles de pequeñas hogueras arden en la oscuridad, como otras tantas estrellas atrapadas en el cielo. Así está nuestra querida tierra.

En este país hemos conseguido un único logro absoluto: que es el absoluto abandono de nuestros ciudadanos. De qué nos sirve la democracia, la monarquía y la libertad política si nos falta trabajo, pan y, lo que es más grave, dignidad humana.
Hoy he acudido al aeropuerto, como otros muchos padres, a despedir a una de mis hijas, que ha tenido que emigrar de España, igual que otros muchos jóvenes que no encuentran su futuro aquí.

Como después de la posguerra tenemos que volver a emigrar, esta vez no lo hacemos con maletas atadas con cuerdas; el IPhone es nuestra arma, igual que la red internet para encontrar trabajo. En todos los sectores ocurre lo mismo, pero el que a mi me afecta es la aviación. Nuestros jóvenes se han presentado a las pruebas pertinentes para ocupar un puesto de trabajo en Air Europa, Ryanair, Iberia, Orbest…, y a pesar de obtener magníficas notas han sido desestimados, abriéndoles, por la trastienda, la puerta de la emigración.

Porque no se puede trabajar 20 horas en el aeropuerto por 500 euros al mes y vivir. Los que sí viven son los que dirigen esas compañías, que han hecho de la rotación del personal un arma destructora de la dignidad de un trabajador.
¿Dónde están los sindicatos?; ¿dónde están? Yo les diré que, cuando uno tiene poder en la gestión de una empresa, tiene que estar preparado para ser odiado, y a veces lo pagan hasta nuestros propios hijos.

El odio llega en muchos casos hasta nosotros para destruirnos, y tenemos que ir a recogerlos al aeropuerto cuando llegan con ilusión y cuando marchan con la amargura de que se van lejos y de que este país está muerto.

Me comentaba hace unos días un banquero que en España no hay trabajo ni empresas que puedan absorber los cinco millones de parados, salvo que de nuevo se creen nuevas empresas y eso es largo y doloroso.

Mientras tanto, los políticos están en la fase de colocarse; sólo se colocan ellos y los banqueros, que juntos nos han llevado a esta situación.

Este país está lleno de esos hombres que ocupan la Eurocámara, el Parlamento, las comunidades autónomos, y de hombres con corbata roja que no dan ni un sólo crédito, y que utilizan nuestro propio dinero para arreglar lo que no se puede arreglar.

Por primera vez, he sentido en mi propia piel que el aeropuerto es un lugar de abrazos, lágrimas y caricias, de aquellos que se van y de los que quedamos, que no sabemos lo que va a pasar.

Sólo nos queda exiliarnos, pero nadie nos mantendrá en el exilio como antaño. Lo hicieron con políticos y reyes. Yo, aunque permanezca en España, me siento exiliado de mi patria, gracias a la política nefasta, que hasta ahora hemos sufrido y que seguiremos sufriendo porque los que van a venir no van a encontrar la solución, y si la encuentran, les digo que nos veremos en el año 2015.

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