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FIMUCITÉ V > LOS PROTAGONISTAS

“España es una potencia mundial en la composición de bandas sonoras”

   

SANTIAGO TOSTE | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Hablar de Roque Baños (Murcia, 1968) es hablar de Balada triste de trompeta, Celda 211, Alatriste, El otro lado de la cama o No se lo digas a nadie. También lo es hablar de tres Goyas, por El séptimo día (2001), Las trece rosas (2008) y Los crímenes de Oxford (2009). Pero, por encima de todo, es hablar de música, de música hecha para el cine y de música, simplemente. Lo que no es poco. Un oficio, un arte, que le trae a Tenerife para estar en el Fimucité, y que sirvió de argumento para esta conversación.

-Su nombre aparece vinculado al cine español desde hace más de una década. Desde esa experiencia, ¿a qué nivel se halla la música para cine que se hace aquí?

“España es una de las grandes potencias mundiales en la composición de bandas sonoras. Ahí tenemos el ejemplo de Alberto Iglesias, nominado en varias ocasiones al Oscar; o de Javier Navarrete, que también lo ha estado. Además, muchos músicos, entre los que me incluyo, trabajan para producciones extranjeras”.

-¿Cómo se desarrolla su relación con el director de una película? ¿Tiene el mismo margen de libertad o cada caso resulta diferente?

“Siempre es diferente, pero también hay una tónica: todos buscan una música que potencie su historia, y todos están muy preocupados en el momento en que hay que hacerla. Y es que de repente se encuentran con una parte narrativa que no controlan. La música cuenta una historia, incluso sólo como música. Así que solemos tener conversaciones previas al rodaje y yo les envío alguna propuesta. Aunque no es hasta el montaje definitivo cuando comienzo realmente a trabajar con la música, porque ha de existir sincronía con el relato”.

-¿De qué manera afronta ese proceso creativo?

“Lo primero es encontrar el tono, el estilo que quieres, ver qué tipo de orquestación le conviene… Una vez logrado, te pones a ver la película y marcas en qué sitios debe entrar la música y en cuáles salir, porque tienen que estar muy justificados. También has de buscar los temas que acompañarán a cada escena, a cada uno de los personajes. Es un trabajo muy complejo y de mucha creatividad”.

-Acude a Fimucité para participar en un concierto donde se interpretarán las suites de Balada triste de trompeta y Torrente 4. ¿Qué supone para usted esta experiencia de presentar su música para el cine en una sala de conciertos?

“Los músicos de cine pasamos mucho tiempo metidos en nuestro estudio, casi no tenemos contacto con el público, por lo que más buscamos es que se escuche nuestra música ante un público. Está bien que eso ocurra en la proyección de una película. Pero por lo general, si la banda sonora es buena, el espectador casi no se percata de la música. Oír tus creaciones con una orquesta y con un público suponen una gran satisfacción. Ése es uno de los alicientes que provoca que nos olvidemos de nuestra agenda, por lo general apretadas, para venir a festivales como Fimucité: este contacto más directo con los aficionados a la música de cine”.

-¿De qué manera este tipo de muestras contribuyen a ganar melómanos y cinéfilos?

“La gente aprecia más las historias que se cuentan en las películas. Tras un concierto me han dicho que, cuando escuchaban una banda sonora, o bien recordaban el filme o, si no lo habían visto, se lo imaginaban, con el consiguiente deseo de verlo. Es evidente que se crea afición”.

-Y al margen de la música de cine, ¿qué otros terrenos recorre y quiere recorrer Roque Baños?

“Casi no tengo tiempo para hacer otras cosas, pero sí que me gusta componer obras clásicas para concierto y, además, el jazz. Hay algo que tengo casi apartado: el saxo. Soy saxofonista, y algún día me gustaría hacer mis pinitos con el saxo, porque es algo que disfruto mucho”.