Acapara una parte de la atención periodÃstica chicharrera la provocativa promoción fotográfica de un grupo femenino afectado de cáncer de mama, en esperanzador proceso curativo; en una voluntariosa campaña pública de asumir una enfermedad, a partir de la cual parecen sus componentes haber decidido proyectarse públicamente, a través de una suerte (de alguna manera habrÃa que llamarlo, ¿no?) de promoción, a cuyo través traten de reconocerse a sà mismas, dando noticia asà de una común posición ante la llegada de la desdicha, a la cual pretenden afrontar con el desparpajado rostro de la agresiva sonrisa.
Son muy diversas -claro está- las encontradas respuestas que se le pueden ofrecer, tanto pública -como ahora- o individualmente -como en otras muchas ocasiones- a los graves problemas con los que tropiezan determinadas personas, aunque la pluralidad de sus tristes condiciones de vÃctimas no proceda de una previa voluntad asociativa, sino (como sucede en esta desdichada ocasión) del lúgubre azar; de tal manera que esta fotográfica exhibición -de referencia- no remite, ni muchÃsimo menos, al complejo ámbito (tan agitadamente debatido de un tiempo a esta parte) de la cultura femenina -¿o feminista?-, por más que parece absolutamente indiscutible que la problemática reivindicativa del cáncer de mama -que es el que aquà nos ocupa- resulta muy difÃcilmente usurpable por la sociedad masculina, desde depredadores condicionamientos machistas; el caso -aparentemente frÃvolo- que aquà nos ocupa plantea muy diversas proyecciones públicas, desde ámbitos sociales (tan diversos y extremos: salvando las respetuosas distancias) como las manifestaciones callejeras que hicieron las esposas de los presos polÃticos de la dictadura franquista -hace más de sesenta años-, llevando en brazos a sus hijos pequeños (con lo que -claro está- sólo consiguieron triplicar la población carcelaria española: los lactantes deben acompañar a sus madres en la celda); las incansables concentraciones de las Madres argentinas; o (desde una perspectiva más irrelevante, pero muy significativa al respecto) la fotografÃa de todas las ministras socialistas del primer consistorio del presidente RodrÃguez Zapatero vistiendo diseños de alta costura.
En cualquiera de los casos, piensa uno que esta reivindicación de cualquiera de los aspectos de la condición femenina va mucho más lejos de las respectivas problemáticas que se pretenden plantear a la sociedad a su través; para inscribirse (tal vez sin que alguna de sus manifestantes sea consciente de ello) en una declaración de principios previamente generalizada de la difÃcil situación que la mujer ocupa todavÃa en el mundo contemporáneo.