SECUNDINO E. DARIAS GARCÍA | Santa Cruz de Tenerife
Hasta 1928, habían pasado por Canarias aviadores españoles, franceses, portugueses, alemanes e, incluso, brasileños, pero aún no había volado a las Islas ningún aeroplano británico. Con la escala ese año de sir Alan Cobham, no sólo llegaron al Archipiélago la primera tripulación y el primer hidroavión de esa nacionalidad, sino también uno de los protagonistas más destacados en los inicios de la aviación comercial. Por otra parte, la presencia de lady Gladys Cobham, esposa del aviador, representó la llegada de la primera pasajera del aire a Canarias. La estancia de aquel aparato en el Puerto de la Luz de Las Palmas generó además otras anécdotas curiosas.
La fama de gran explorador de las rutas aéreas del entonces Imperio Británico comenzó en 1924. En esa fecha, el Gobierno forzó la creación de la Imperial Airways, cuyo principal cometido en aquellos años era el establecer líneas aéreas con los territorios más alejados de la India, Australia y Sudáfrica. A finales de ese mismo año, Cobham recibió el encargo de estudiar un posible itinerario aéreo hasta la primera de esta lista. El vuelo se desarrolló sin problemas y el aviador regresó a Gran Bretaña a comienzos de 1925 a los mandos del De Havilland D.H.50, su montura durante este vuelo, con una amplia información que sería de gran utilidad para la Imperial Airways. En junio, iniciaría otro viaje de estudio, esta vez con destino a Sudáfrica, regresando con éxito en el invierno de 1926.
La fama de gran explorador de las rutas aéreas del entonces Imperio Británico comenzó en 1924. En esa fecha, el Gobierno forzó la creación de la Imperial Airways
Sin darse un respiro, Cobham asumió el reto de un vuelo aún más largo con destino a Australia. Para tal propósito, hizo que el D.H.50 fuera transformado en hidroavión, sustituyendo su tren de aterrizaje por dos flotadores, consciente de que las escalas más factibles debían ser acuáticas ante la ausencia de campos de aviación. El viaje, esta vez, se tornaría dramático cuando, a su paso por tierras de Irak, un beduino disparó su fusil sobre el aeroplano. El piloto británico no fue alcanzado, pero sí Arthur Elliot, su inseparable mecánico. Cobham intentó llevarlo a toda prisa apurando al máximo el motor del D.H.50 hasta Basora. Sin embargo, Elliot, a pesar de haber sido ingresado en un hospital, no sobrevivió. El aviador quedó profundamente afectado por esta muerte, y a punto estuvo de desistir en su intento de continuar viaje a Australia. Finalmente, lograron convencerlo para reanudar el vuelo y la Royal Air Force le proporcionó un mecánico que le pudiese acompañar el resto del itinerario. Cobham logró su objetivo alcanzando la ciudad de Melburne, ya en tierras australianas. A su regreso, el aviador amerizó con su hidroavión en el Támesis frente al Parlamento, mientras miles de personas le recibían en sus riveras y puentes. Por su hazaña, el nuevo héroe británico fue nombrado caballero y sir.
Llegada de sir Alam Cobham a Londres en 1926 tras su vuelo a Australia. / ASES DE LA AVIACIÓN
Llegada a Gran Canaria
Los éxitos no dejaron que sir Alan Cobham desistiera de intentar nuevos vuelos y, en 1927, volvió a despegar rumbo a África. Consciente de la posibilidad de usar grandes hidroaviones para desarrollar la línea aérea con Ciudad de el Cabo, el aviador planteó la realización de otro itinerario por este continente con uno de estos aparatos. El Gobierno dio su beneplácito a la nueva iniciativa y, a modo de préstamo, el Air Council le cedió el Short Singapore I, un prototipo del que solo se fabricó este modelo y antecedente de las series Singapore II y III. Se trataba de un gran hidrocanoa biplano de 28,40 m de envergadura y que podía transportar casi tres toneladas. Como integrantes de la expedición el piloto británico contó con su esposa Gladys, el capitán Henrry V. Worral, como copiloto; los mecánicos de la Rolls-Royce Green y Conway, y el cámara Bonnet del noticiario cinematográfico Gaumont. El viaje, iniciado el 17 de noviembre, pudo, no obstante, haberse truncado días más tarde en la escala en Malta. Allí, el hidro fue fondeado en una bahía poco protegida y el fuerte oleaje lo zarandeó de tal manera que hubo que hacer una cadena humana para poder sujetar sus amarras. Con todo, el aparato sufrió varios daños, incluidos la pérdida de los flotadores bajo las alas, que fueron arrancados por el oleaje, y graves destrozos en los planos, especialmente, en el inferior cuya ala de babor quedó reducida a la mitad. Hubo que esperar varias semanas hasta dejar de nuevo en estado de vuelo al Singapore I. Tras éstas, Cobham y su tripulación reanudaron el viaje rumbo al Norte de África. En Egipto, siguieron el curso del Nilo y, más al sur, alcanzaron el la zona de los grandes lagos, para, finalmente, dirigirse a Ciudad de el Cabo, a donde llegaron el 30 de marzo de 1928.
El libro en honor a Cobham. / DA
Sir Alan Cobham
Sir Alan Cobham falleció en 1973 a la edad de 79 años, pasando a la Historia por ser uno de los aviadores más destacados en la exploración de las rutas aéreas más alejadas
Poco después de su llegada, Cobham comenzó a trabajar en el establecimiento de la línea con Sudáfrica gestionada por su propia compañía. Sin embargo, a pesar de que Cobham lograse el apoyo del propio ministro del Aire, sir Samuel Hoare, para su proyecto de línea aérea, no logró más apoyos. Ningún empresario u otra institución prestaron atención al aviador. Parece que, incluso, la propia Imperial Airways estuvo involucrada en cierto boicot a la iniciativa que el gran explorador mantenía por entonces. Finalmente, Cobham tuvo que desistir de su intento ante la falta de financiación. No obstante, el proyecto de línea a Sudáfrica no sería abandonado. Irónicamente, su competidora, la Imperial Airways, desarrollaría esta ruta precisamente a través del Nilo y los grandes lagos africanos con hidroaviones de gran tamaño, pero sin conexiones a lo largo de la costa atlántica y, por tanto, sin que Canarias tuviese la posibilidad de entrar dentro del sistema de comunicaciones británico de aquella época.
Cobham no volvería a desarrollar nuevos vuelos exploratorios y se dedicó a organizar espectáculos aéreos en Gran Bretaña. También fue el artífice de la aparición de los aviones cisterna, con los que se efectuaron los primeros reaprovisionamientos en vuelo de la historia, destinados a los hidroaviones comerciales que debían cruzar el Atlántico Norte para los vuelos entre Gran Bretaña y Canadá. Sir Alan Cobham falleció en 1973 a la edad de 79 años, pasando a la Historia por ser uno de los aviadores más destacados en la exploración de las rutas aéreas más alejadas.