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LA COLUMNA > POR MANUEL IGLESIAS

Una valoración puesta en el tiempo

   

El debate sobre el estado de la nación ha tenido en estos dos últimos días sus sesiones más importantes, pero no ha ofrecido grandes sorpresas en las posiciones y las propuestas políticas, aunque sí han destacado otras cosas como la despedida de la diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, al presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que no parecía que éste no se presentara a la reelección, sino casi un panegírico a un difunto notable, lo cual incluso generó algunas risas en la Cámara. Zapatero no se ha muerto, seguirá en política y ya veremos lo que da de sí.

No sé si fueron instrucciones de su partido o la parlamentaria actuó por libre. Más bien es de suponer que a Ana Oramas le pudo la emoción de una relación personal en estos años, porque en ese contexto cabe afirmar que Rodríguez Zapatero puede “mirar a los ojos de todos los españoles porque ha trabajado por el país”, como loa de la diputada al todavía presidente, pero ciertamente, en opinión de muchos de esos españoles, el resultado tal vez es muy dudoso, como dudoso sería considerar como grandes hitos de su alabada gestión cosas como la negativa a reconocer la existencia de una crisis y, Consecuentemente, a tomar las medidas necesarias a tiempo, las dádivas en periodos electorales, los bandazos a un lado y otro con declaraciones y correcciones, el plegarse un día a los sindicatos y al otro al Fondo Monetario, etcétera. Y puede ser difícil sostener la mirada de tantos millones de parados.

En el balance de su gestión hay cosas mejores y peores, como sucede con todos, y seguramente Zapatero en lo personal ha puesto el mayor de los esfuerzos en hacerlo bien, pero el resultado, según la consideración de los españoles en las encuestas y como han apuntado las urnas en los últimos comicios, no coinciden con tanta alabanza, si se deja a un lado el cariño y se contabiliza el balance actual.

Se puede poner el mayor trabajo con un pico de goma para intentar hacer una autopista, pero con toda seguridad ésta no se realizará nunca. No es sólo el esfuerzo y la buena voluntad que se pone en los proyectos, lo que se ha de considerar, y siendo estos elogiables, no son los únicos, ni siempre los merecedores de los aplausos, porque quizás lo que se ha hecho es perder un tiempo que podía haber sido dedicado a efectuar las cosas de otra manera más eficaz y satisfactoria para los administrados.

Lo que sí es cierto es que la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero está rodeada de unas circunstancias tan especiales dentro y fuera de su gobierno que será necesario el paso del tiempo para que se puedan valorar los resultados y sopesar si se podían hacer cosas diferentes a como las hizo y si tuvo o no capacidad o talla suficiente para unos momentos singulares. El tiempo permitirá ver todo con más ecuanimidad, ni con la saña de sus enemigos, ni con el entusiasmo de sus amigos.