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FAUNA URBANA > POR LUIS ALEMANY

Serpientes de verano

   

Se denominan así -en el argot periodístico- a las noticias intrascendentes que suelen llenar las páginas de los diarios durante los meses más álgidos de la canícula, carentes de acontecimientos de suficiente trascendencia; de tal manera que los miembros de las redacciones se ven obligados -para llenar las páginas diarias- a inflar los perros (otra expresión del argot periodístico que significa concederle una excesiva importancia literaria -cuantitativa y cualitativa- a sucesos que carecen de ella) de acontecimientos irrelevantes, pintorescos o traídos por los pelos oportunistas, cuando no inventados -más o menos inofensivamente- de manera total o parcial: posiblemente tal denominación proceda de las supuestas apariciones del célebre monstruo británico del lago Ness, que, desde comienzos de los años cincuenta del pasado siglo, solía irrumpir en la superficie durante las temporadas estivales, para atemorizada solaz de los lectores europeos y benéfica tranquilidad de los periodistas, que le profesan -desde entonces- una profunda gratitud laboral.

No queda más remedio que reconocer que este verano español apenas ha precisado de esas tradicionales serpientes de verano para sobrevivir periodísticamente, porque la actualidad nacional e internacional está siendo pródiga en sucesos relevantes: ésta, prolongando la manipulación capitalista de una crisis económica falaz, y -de manera más acuciante- a través de una sucesión de rebeliones bélicas africanas, que parecen proponer una nueva filosofía política; aquélla, sufriendo las consecuencias de esa kafkiana crisis económica global, acomodándose a los resultados de unas elecciones municipales y preparándose para otras nacionales, enfrentándose a un desconcertante movimiento de indignados, y -de manera muy especial- con la recién concluida visita papal, que prefirió (¿tal vez por austera humildad cristiana?) prescindir de realizarla en plena temporada, para hacerla en periodo de bolos.

En cualquiera de los casos, a uno le da la impresión de que la serpiente de verano se ha convertido -casi, casi- en un género periodístico peculiar, que contamina a cualquier noticia veraniega, restándole importancia, en función de su prevalecente cronología estival; de tal manera que (desde esa peculiar estilística) la crisis económica es menos crisis, los indignados están menos indignados, las guerras son menos guerras y el Papa es menos Papa: recordemos que en Tenerife -desde hace muchos años- la gente posterga la ejecución de las cosas importantes hasta después del Cristo: esperemos hasta entonces, para que las noticias tengan importancia.