LÍNEAS DE MÁS > POR GERARDO DANIEL SETTECASE

Chile, entre ‘pingüinos’y violentos

Por enésima vez, los pingüinos -estudiantes chilenos- han salido a la calle para reclamar mejores condiciones de acceso a la universidad, hoy inaccesible para casi todos, y también por enésima vez la cosa ha terminado con decenas de heridos, centenares de detenidos y las calles de Santiago de Chile devastadas.

Todos los presidentes constitucionales que sucedieron al genocida Augusto Pinochet prometieron un cambio del modelo y ninguno de ellos lo ha realizado, llevando a la reiteración de esta situación, en la que autoridades y convocantes se atribuyen mutuamente las culpas por los desmanes que, igual que en estos días en Inglaterra y antes en Francia, solo son atribuibles a violentos ajenos a los reclamos y que más tarde o más temprano acaban por generar la reacción de las fuerzas de seguridad.

Y en el caso de los carabineros de Chile no han sido entrenados precisamente para respetar los derechos humanos. Lo cierto es que las arcas públicas de Chile no pueden soportar el sostenimiento pleno del sistema universitario, pero a la vez los pingüinos y sus familias, pese a la estabilidad y el desarrollo del país sudamericano, tampoco pueden afrontar el coste.

Es que hoy, en Chile, a quien no puede pagar al contado y día a día el cursar una carrera universitaria se le hace necesario un endeudamiento por quince años posteriores a su graduación, a través por lo general de una entidad bancaria y con todas las exigencias de un crédito personal. La protesta está servida. El derecho a la igualdad en el acceso a la universidad y a partir de ahí a un supuesto mejor futuro fue una de las propuestas del presidente Sebastián Piñera, tanto como lo fue de sus predecesores en el cargo. Pero la realidad de las arcas públicas parece demostrar que le resultará difícil ponerlo en marcha.

Igual que sus predecesores, deberá afrontar la efervescencia de una juventud que tiene urgencias y que no conoce ni se interesa por esas limitaciones presupuestarias. Y tampoco comprende que Piñera, como sus predecesores, igual que los gobiernos del primer mundo, a veces no solo no sabe contener a los civiles violentos que acompañan a legítimos manifestantes, como los pingüinos, sino a los que integran sus propias fuerzas de seguridad: sean carabineros chilenos, bobbies británicos o gendarmes franceses. Y el costo de los excesos de todos a veces se paga con vidas inocentes, lo que transforma algunos éxitos en pírricos y amargos.

gerardoctkc@gmail.com