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Futuro y automatización: la ULL pone a prueba a a sus ingenieros

   

GUACIMARA ALONSO* | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Una de las mejores formas de enfrentar a los estudiantes universitarios con el mundo laboral son las prácticas en empresas y los proyectos de fin de carrera. Ahí se la juegan, porque descubrirán lo que les gusta o no. Por ese trance pasa un grupo de alumnos de Ingeniería Técnica Industrial (ITI) de la Universidad de La Laguna (ULL).

Los proyectos de fin de carrera en los que trabajan sirven para poner en práctica los conocimientos adquiridos durante su paso por las aulas. Es un primer enfrentamiento a un caso real de elaboración de un sistema electrónico. Las temáticas de este tipo de trabajos son variadas dependiendo de los intereses de cada futuro profesional.

Durante el último curso de carrera, los planes de estudio suelen incluir un trabajo en el que se proyecta la formación recibida durante la carrera. En la Facultad de Ingeniería de la ULL los estudiantes y sus tutores se instalan en los laboratorios para trabajar en estos proyectos. La ilusión es que algunos de ellos cuajen y se conviertan en productos industriales.

En el campo de la Electrónica Industrial, Samuel Baute y Elena González seleccionan y encajan las piezas necesarias para desarrollar su sistema de telemetría para el control de colmenas. La telemetría es un sistema de medida de magnitudes físicas que permite transmitir los datos obtenidos a un observador lejano. De esta manera, el proyecto intenta elaborar un sistema electrónico capaz de controlar diferentes parámetros de un grupo de colmenas y transmitir esa información a un ordenador o un dispositivo móvil.

El invento consiste en colocar en cada panal un sistema de sensores y de comunicación, asignándole una dirección que lo diferencia del resto. Así consiguen desarrollar una de red de envío de información entre los paneles y el controlador central, encargado de emitir los datos a un dispositivo que los almacenará, mediante un sistema de antenas de móvil.

En principio, la finalidad del sistema iba a ser, simplemente, controlar la temperatura y la humedad de los panales, pero la ciencia y la tecnología es imaginación. Por eso se le ocurrió añadir varios elementos para estudiar los parámetros de luminosidad, dirección y velocidad del viento en la zona. Además, si quisieran, podrían controlar otros aspectos, como el peso de la colmena para saber cuándo recolectar la miel o las abejas que entran y salen de cada panal. De este modo, los apicultores recibirían una información puntual y completa del estado de sus colmenas, sin tener que desplazarse hasta su finca. Les bastaría conectarse a través deL móvil al sistema instalado.

Los tutores de los proyectos, profesores de diversas materias, también se involucran en los trabajos. “Me gustan los proyectos porque siempre aparecen problemas que deben resolverse”, indica Alejandro Ayala, tutor de este proyecto. El profesor Ayala pertenece al Departamento de Física Fundamental y Experimental, Electrónica y Sistemas de la ULL. Dice que, en su función de tutor, toma el papel de un empresario: “los fuerzo en su tarea, pero estoy ahí cuando me necesitan”. Guillermo Gutiérrez y Simón Pin también trabajan en su proyecto. Tutorizados por el profesor Juan Albino, elaboran un “simulador de conductancia de la piel para aplicaciones en monitorización de dolor en humanos”. Cuando hablamos de conductancia “nos referimos a la resistencia que ofrece la piel humana al paso de la corriente”, explica Simón.

Para conseguir mostrar este nivel de resistencia de la piel, se colocan unos electrodos en la mano del paciente y se observa una gráfica en una pantalla. Si infringimos dolor a la persona que tiene colocados esos electrodos, pellizcándolo, por ejemplo, la gráfica varía demostrando que el nivel de resistencia de la piel ha cambiado. Lo que se pretende conseguir con este proyecto son unos patrones que indiquen el grado de dolor del paciente para, basándose en ellos, saber qué cantidad de anestesia se le debe suministrar para que el nivel de dolor descienda. El problema surgido a la hora de elaborar estos patrones es que no pueden disponer de una persona a la que infringirle dolor constantemente para comprobar la eficacia del dispositivo. Todo tiene un límite.

Por ello, se simula la conductancia de la piel con un “potenciómetro digital” que envía una serie de cargas eléctricas al controlador e imita, así, el comportamiento que tendría la piel, dependiendo del grado de dolor que estuviera sufriendo la persona. Este proyecto surge de una colaboración con el Hospital Universitario de Canarias (HUC) iniciada en el año 2003.

*Reportajes elaborados en colaboración entre las Aula de Cultura Digital de la Universidad de La Laguna (Acudi) y DIARIO DE AVISOS