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¿Para cuándo el Hispanio?

DANIEL GARCÍA VELÁZQUEZ* | Santa Cruz de Tenerife

Hasta hace poco más de 200 años persistía el conflicto entre los que interpretaban al mundo como un vacío, poblado escasamente por átomos, y aquellos otros que lo consideraban como un lleno ocupado con fluidos continuos e indestructibles. Esta disyuntiva era una herencia griega, desde que Leucipo y Demócrito, a finales del siglo V a. de C., enunciaran que la materia estaba constituida por átomos muy pequeños que se movían a través de un espacio vacío. Sin embargo, la idea que predominó durante siglos fue la de Aristóteles, quien creía en un mundo lleno de sustancias continuas como tierra, agua, aire y fuego, que eran los 4 componentes de la parte del mundo a la que denominaba esfera lunar, mientras que una quinta sustancia, el éter, llenaba los cielos.

Posteriormente, en las últimas dos centurias ha quedado establecida la teoría atómica de la materia, y se han ido descubriendo sucesivamente alrededor de un centenar de diferentes elementos químicos que se han agrupado en lo que en Química se denomina tabla periódica de los elementos químicos.

Pero ¿en qué se diferencian, desde el punto de vista atómico, los elementos químicos?: en su masa atómica (la suma de neutrones y protones que posea en su núcleo). A partir del modelo del Universo primitivo y de la hipótesis del Big Bang, se ha podido reconstruir la historia de cómo, a partir del instante cero del Universo, se obtuvieron desde los átomos ligeros de Hidrógeno y Helio hasta los elementos químicos más pesados.

Aunque algunos elementos químicos fueron descubiertos en la antigüedad y, por tanto, no tienen descubridor conocido, se supone que fueron descubiertos en distintas regiones del planisferio.

Sus nombres solían describir alguna propiedad física o característica más llamativa. El Hierro (ferrum) y el Cobre (cuprum) establecieron etapas cruciales en el desarrollo de materiales en la humanidad. Por ejemplo, el Oro proviene del latín aurum (aurora) y representa el brillo tan espectacular que tiene este metal. No obstante, el primer elemento en ser descubierto históricamente y datado fue el Fósforo, que significa en griego engendrador de luz. Su nomenclatura también puede ser debida al reconocimiento de algunos de los más grandes científicos de la historia: Einstenio, Curio, Bohrio, Fermio, Nobelio, etc.

Francio, Germanio, Europio, Polonio, Hasio, Americio, Escandio, Rutenio… son ejemplos de elementos químicos de la tabla periódica que deben su nombre a lugares del planeta que han sido reconocidos como merecedores de dicha mención. España también ha contribuido al descubrimiento de elementos. En diferentes épocas, científicos españoles aislaron e identificaron en minerales nuevos elementos para la Tabla: el Platino, el Wolframio y el Vanadio. Sin embargo, no se le ha hecho el reconocimiento a España de catalogar a uno de los elementos con su nombre (pudiéndose designar como el Hispanio, en honor a Hispania, nombre dado por los fenicios a la Península Ibérica).

Pero entonces ¿quién le pone los nombres a los elementos químicos? El que los descubre sería el encargado de ponerle el nombre; eso es cierto, al menos en parte. Adentrarse en la etimología de cada uno de los elementos ayuda a entender el origen del elemento, enriqueciendo el proceso de su memorización, y comprendiendo más profundamente su la causa de su nomenclatura.

Por ahora, Europa puede congratularse de la existencia, por lo menos en algunos de sus países, de la perseverancia científica necesaria y apoyo económico para seguir apostando por el desarrollo de nuevos elementos químicos.

*Doctor en Ciencias Químicas (Química Orgánica), Universidad de La Laguna. Profesor de Ciencias en el Colegio Hispano Inglés