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ADIÓS A MANUEL MONZÓN >

Lágrimas de Carnaval

   

[apunte] Reportaje fotográfico del sepelio de JAVIER GANIVET [/apunte]

ÁNGELES RIOBO | Santa Cruz de Tenerife

Ni la lluvia quiso perderse el sentido último adiós a Manuel Monzón. Familiares, amigos, autoridades y un importante número de carnavaleros no dudaron en estar presentes ayer en la despedida del que ya ha pasado a formar parte de la historia del Carnaval chicharrero como padre de las comparsas.

Monzón tuvo la genial idea, allá por los años 60, de incorporar un cuerpo de baile a las comparsas, tomando como referencia los bailes brasileños. Aquel joven de entonces movilizó a sus vecinos del barrio de El Cabo y de La Recova y fundó Los Rumberos sin imaginarse ni que 50 años después ya no podría entenderse una comparsa sin cuerpo de baile, ni que él sería considerado un referente del Carnaval.

Ayer lo despidieron cientos de personas. Pocos minutos faltaban para la una del mediodía cuando en las inmediaciones del cementerio de Santa Lastenia comenzaban a agolparse los asistentes. En una primera ojeada, nuestro Chiquito de la Calzada; un poco más allá, nuestro Charlot y su mujer; los representantes del Cabildo de Tenerife, Efraín Medina y Ricardo Melchor, saludan a los presentes; un poco más tarde lo hace Bermúdez, el alcalde de Santa Cruz, y luego Ana Oramas. Así, hasta reconocer a numerosos representantes de todas las murgas, comparsas y agrupaciones del Carnaval de Santa Cruz. Destaca entre el grupo una veintena de militares vestidos de bonito. Vienen a acompañar a Sergio Martín, un joven de 33 años, hijastro de Manuel. “Yo he mamado el Carnaval desde pequeño”, dice y explica que con sólo cinco años ya abanderaba a la comparsa que presidía su figura paterna en las diferentes actuaciones y desfiles.

En el interior del recinto la familia llora al fallecido de cuerpo presente. Sus dos hijos, Juan José y Roji, agradecen las numerosas muestras de cariño hacia su padre, aún estando visiblemente emocionados.

De fondo se oyen llantos, que vienen de la habitación contigua. Sus viudas, más cerca del cuerpo de Manuel, lloran por la triste pérdida. Minutos después comienza la ceremonia religiosa con la iglesia hasta los topes. Fuera, corrillos con Manuel como único tema. Un grupo de hombres intenta identificarse en las fotos de un cuadernillo de Los Rumberos de 1973. “¡Este era yo!, mira cuanto pelo. ¡Eh, mira éste, éste era Manuel, sí, sí,…!” Eran algunos de los amigos con los que fundó la agrupación en 1965. La misa va acabando y el llanto de las viudas se solapa con las palabras del sacerdote: “Dios nos de la certeza de que Manuel estará allá arriba, cantando y bailando…”, dice.

Y a buen seguro que don Enrique le pasará unas letrillas… Tremenda parranda en ese cielo… Aquí, en la tierra cantan y lloran a la vez Mamá llévame a La Habana.

Su hijo, Juan José, director de Los Rumberos, hace una señal y arranca la batucada camino del cementerio…

Él no habrá podido resistirse, seguirá el compás, desde arriba…