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Marrero: “No queremos una ordenanza represora, sino disuasoria”

José Carlos Marrero. / JAVIER GANIVET

J. F. J. | La Laguna

La Universidad de La Laguna es la única institución invitada que, de momento, no se ha sumado a la iniciativa. El resto, colectivos vecinales, representantes políticos, técnicos y agentes municipales y asociaciones juveniles y empresariales acuden desde hace semanas a las reuniones convocadas por el Ayuntamiento para terminar de definir la nueva ordenanza municipal que regulará la venta y el consumo del alcohol en la calle.

Una experiencia novedosa y participativa, de la que ha sido designado coordinador el conocido periodista José Carlos Marrero, quien, como vecino del municipio cansado de convivir con la práctica del botellón en las proximidades de su vivienda familiar, hace unos años decidió crear una plataforma ciudadana por la convivencia.

“Lo que estamos haciendo en La Laguna puede ser un referente a nivel insular y regional”, asegura Marrero. “Nos enteramos que el Ayuntamiento estaba mejorando la ordenanza de venta y consumo de alcohol en la calle y el alcalde nos convocó a un grupo de ciudadanos. Estuvimos hablando de la problemática y nos dimos cuenta de que la realidad iba mucho más allá del consumo de alcohol en la vía pública. Que se está rompiendo el equilibrio por muchos más sitios. A partir de ahí fue cuando todos dijimos que estábamos dispuestos a colaborar. Y en eso estamos ahora. No queremos una ordenanza represora, sino disuasoria”, subraya.

El plan previsto es el siguiente, detalla: “El Ayuntamiento aprobará inicialmente la nueva ordenanza en el próximo pleno ordinario de noviembre (día 10) y nosotros, la comisión ciudadana, durante los treinta días de exposición pública intentaremos aportar todo lo que podamos al documento”.

La alta presencia de colectivos juveniles en este foro de asesoramiento permitirá, según Marrero, que el asunto no se quede en un simple listado sancionador dirigido a los jóvenes, por ser el colectivo más asiduo en la práctica del botellón. “Aquí no son malos los jóvenes, ni los empresarios, ni los vecinos. Todo el mundo quiere vivir lo más felizmente posible, pero para eso hay que saber conciliar los intereses”. Considera que el problema no es solo de ruido y seguridad ciudadana: “El Ayuntamiento tiene que estar pagando horas extras a los policías y a los servicios de limpieza. Además, hay graves problemas con el mobiliario urbano: se están rompiendo papeleras, bancos, farolas. Si empiezas a sumar todo eso, resulta que al Ayuntamiento, o sea a todos nosotros, este fenómeno nos está haciendo gastar un montón de dinero. Posiblemente se está gastando más dinero por lo que está pasando en la calle que el dinero que se está ahorrando la gente por no beberse las copas dentro de los locales”, describe.

Civismo

De solventar con éxito esta experiencia, la comisión ciudadana apunta a un segundo objetivo: “Si todo sale bien, el nuevo reto será apasionante: crear una ordenanza sobre convivencia ciudadana en La Laguna. Puede ser este municipio un referente, con una ordenanza más global. Ahí entrarán muchas más cosas. Hay gente que molesta al resto aunque no esté bebiendo en la calle. En otros países, por ejemplo, los ciudadanos saben que como te pillen tirando un chicle, una colilla o un escupitajo, puede caer una durísima sanción. A lo mejor habrá que estudiar eso”, asegura Marrero.