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La violencia sísmica rompe con el mensaje de tranquilidad

   

El viernes por la mañana volvieron a verse los materiales gasificados flotando en el mar de La Restinga. | DA

TINERFE FUMERO (ENVIADO ESPECIAL) | El Pinar

La Naturaleza no les deja descansar. Un violento movimiento sísmico -que alcanzó de nuevo la cifra más alta (4,4 grados) y que se percibió incluso en La Gomera y en el Sur de Tenerife, según el Cecoes- que se sintió como “un puñetazo contra las paredes”, acabó anoche con la sensación de tranquilidad que pudo aportar a los vecinos de La Restinga un encuentro informativo celebrado horas antes en la plaza del pueblo con las autoridades. La razón científica y el evidente trabajo de las distintas administraciones invitan, en la medida de lo posible, a confiar en un feliz desenlace de esta crisis, pero la sinrazón de la violencia sísmica nubla la razón y encoge el espíritu del más bragado.

Eran poco más de las 20.40 horas cuando los presentes en el paseo marítimo de La Restinga sintieron el poderoso golpe, ese “puñetazo en las paredes” que describía Rafael, uno de los presentes. El lugar, repleto de periodistas y vecinos en ese momento, se asemejaba a una velada veraniega cualquiera si no fuera por el dispositivo técnico presente, tanto de los informadores como de las autoridades, con especial mención al aparatoso vehículo que controla la calidad del aire, allí aparcado junto al muelle.

El golpetazo sísmico se recibió con exclamaciones de asombro y sonrisas, pero las miradas furtivas de más de uno permitían vislumbrar ese sentimiento irracional que es el miedo. Sea como fuere, los vecinos parecen tenerlo claro: los que han optado por irse se irán igual si no lo han hecho ya; los que prefieren quedarse, como Severo, aquí seguirán hasta que las autoridades ordenen lo contrario.

Antes de este último terremoto, el director general de Seguridad del Gobierno de Canarias, Juan Manuel Santana, lo explicaba a los vecinos y lo confirmaba a este periódico: “Mientras la sismicidad se mantenga en los niveles relacionados con la actividad volcánica, no se prevé en principio ordenar nuevas evacuaciones”. Ese límite de admisibilidad está en los 4,5 grados Richter, que bien podría alcanzar y superar el movimiento de anoche cuando se valore hoy cuánto se ha sentido entre la población, a pesar de que su epicentro se encuentra a unos veinte kilómetros de profundidad. Anoche las fuerzas del orden confirmaban desprendimientos en el poblado de Guinea, Las Puntas y Sabinosa. La seguridad por el túnel de Los Roquillos vuelve a quedar en entredicho.

Las imágenes aéreas captadas en la mañana de ayer confirman las previsiones de los especialistas: No se espera un nuevo volcán en el norte, sino que la fisura ya abierta en el Mar de Las Calmas ya cuenta con nuevas bocas para aliviar esa presión del magma que se detecta desde el norte y que, como ha quedado demostrado, se conecta de forma subterránea hasta surgir en las cercanías de La Restinga.

“Descartar otro volcán al norte no se puede porque la vulcanología no es una ciencia exacta, pero el modelo se va repitiendo y no parece probable”, detallaba ayer Santana ante la atenta mirada de la directora del IGN en Canarias, María José Blanco.

Las Calmas

Desde tierra, ese resurgimiento en el material expulsado en Las Calmas es percibible igualmente. Vecinos e informadores se agolpan en los improvisados miradores que ya jalonan la carretera que baja desde Las Casas hasta este bello y ahora doliente paraje de El Hierro. Mientras tanto, los vecinos se preguntan hasta cuándo podrán resistir, no ya la presión que sobre su sistema nervioso, sino el impacto que en sus bolsillos llegará a tener un proceso que se sabe cuándo comenzó pero que nadie conoce el día en que cesará.