EL HIERRO > CRISIS VOLCÁNICA

“Ojalá reviente de una vez sobre el mar”

Toribio Morales, vecino de La Restinga, junto un volcán que preside el paisaje de este pueblo. / FRAN PALLERO

VICENTE PÉREZ (ENVIADO ESPECIAL) | El Pinar

Nunca imaginó Toribio Morales, en sus 33 largos años de emigrante en en Venezuela, que un día, ya jubilado y de nuevo en tierra natal, iba a ser evacuado de La Restinga dos veces por la erupción de un volcán a apenas un kilómetro y medio de su casa.

Realojado en El Pinar, donde pernocta, ayer volvió por unas horas a su vivienda, situada casi dentro de un antiguo cráter. “Yo no he pasado miedo; el peligro lo tenemos desde que nacimos”, confiesa, subido en la azotea, desde donde otea un pueblo “muerto”.

El día de la segunda evacuación, la pasada semana, no quería irse pero a la Guardia Civil se enteró de que estaba allí y le requirió que se fuera. Opina que “hay que dar a la gente un mensaje de tranquilidad; la naturaleza es muy arrecha, y ni los científicos saben lo que puede suceder; ojalá reviente ya de una vez sobre el mar, para salir de este problema, porque hay gente enferma ya de los nervios”. El sábado vio la gran ebullición de lava y gases que se alzó más de 15 metros sobre el mar.

Vendedor mayorista

Toribio, de 71 años, fue en Caracas vendedor mayorista de melones; allí tiene cinco hijos, que le han aconsejado que se vuelva a América hasta que pase el fenómeno volcánico. “Pero yo no me voy; ¿qué miedo me va a dar esto si en Venezuela pasé terremotos interminables que tiraban edificios enteros?”.

Tras enviudar y empeorar su salud, retornó hace cinco años a su isla y en su corazón anidan recuerdos de ambas orillas. “Aún me acuerdo cuando de chico venía de El Pinar a las fiestas de La Restinga”, evoca mientras mira con melancolía el puerto sin barcos. Hasta que el volcán derramó azufre en este mar, él solía bañarse todos los días a las 8.15 en la playa restinguera, pero ahora está desaconsejado el baño por gases y materiales volcánicos. Antiguo submarinista, señala que el volcán submarino está al borde de un bajío.

“Yo tengo la sensación de que al final no va a pasar nada grave en la Isla; pero es lógico que cuando la gente siente el tremor y oye el ruido de los seísmos, cree que el volcán le va salir bajo su casa”.

Toribio dio un paseo por el muelle, navegando con la mirada el mar del volcán, el mismo que ahora lo separa de sus hijos y el que un día tuvo que cruzar para buscar en la lejana Venezuela el porvenir que en su tierra se le negaba.