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LÍNEAS DE MÁS > por Gerardo Daniel Settecase

Capriles, la próxima presa de Chávez > Gerardo Daniel Settecase

   

Las elecciones presidenciales de Venezuela están a la vuelta de la esquina -menos de un año-, y el presidente Hugo Chávez tiene la firme decisión de ganarlas, lo que por ahora no parece ser una tarea difícil.

Y si en algún momento uno de sus principales adversarios fue el alcalde del municipio de Chacao, Leopoldo López (opositor contra quien apuntó tod su verborragia y recursos basados en el control que ostenta sobre el poder judicial, para impedirle participar de la política venezolana), a partir de ahora esa estrategia será aplicada contra Henrique Capriles Radonski, actual gobernador del estado de Miranda, su nueva presa a la vista.

Los motivos son al menos tres. Primero: Chávez, según estimaciones de propias fuentes, ostenta hoy el favor del 54% del electorado y la simpatía del 65% de la población, todo muy lejos del aplastante 80% con que llegara al poder en la década pasada. Segundo: la opositora Mesa de Unidad Democrática, consciente de las dificultades que implicaría lograr que la Justicia venezolana acate que López pueda participar en las elecciones, como exigiera recientemente un organismo de la Organización de Estados Americanos (OEA), promueve con mayor fuerza a Capriles como el candidato de unidad, y éste se perfila como amplio triunfador de las internas del próximo año, para luego enfrentarse a Chávez en las presidenciales. Tercero: Chávez sabe que, al no poder ir ya sobre López, deberá reflotar querellas similares que en su momento ordenara -según su especial estilo de relación entre poder ejecutivo y el judicial- contra el nuevo candidato, en particular la ilegalmente reiniciada por el ingreso de Capriles a la Embajada de Cuba durante el fallido golpe de Estado de abril de 2002.

Chávez tiene aún una ventaja. La no aplicación de lo que podríamos llamar la doctrina López, que surge del caso de este candidato, en que la OEA exigía a Venezuela permitir a Leopoldo López ser candidato. Este rechazo venezolano impide a más de 400 opositores en igual situación poder ejercer igual derecho y aportar más votos a Capriles en lo nacional.

Capriles tiene aún, por su parte, una ventaja. El desgaste de un año más de Gobierno de Chávez y que una excesiva persecución en su contra le aportaría probablemente más del 5% que necesita para triunfar. Pero Chávez lo ha apuntado como su nueva presa. Y las querellas de traición, instigación a la rebelión, al golpe de Estado o al magnicidio, basadas en acusaciones de testigos que desaparecen misteriosamente, son moneda corriente en una Venezuela con una Justicia politizada. Capriles no está exento de padecerlas, cuando no su impugnación por el caso de la Embajada cubana.

Capriles es la presa. Chávez el cazador. Y éste no suele abrir las fauces tras hincar los dientes.

gerardoctkc@gmail.com