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Recursos públicos en cultura > José Luis Rivero Ceballos

   

Estas letras no tienen otro objetivo que el de exponer algunas ideas sobre cómo apoyar la asignación de recursos públicos dirigidos a la provisión de bienes y servicios culturales. Dejo de lado otros debates sobre financiación de la cultura que requieren mayor pausa.

Doy por supuesto determinados consensos: la relevancia de la cultura como elemento que permite diferenciar el crecimiento económico del desarrollo humano; la pertinencia de establecer tres niveles en la provisión de bienes y servicios culturales, esto es, uno de exclusiva provisión del sector público, otro de provisión concertada y un último de provisión privada estricta; la necesidad de tener en cuenta en la provisión de bienes y servicios culturales los efectos de la insularidad alejada y de pequeña dimensión. Si no hubiera consenso sobre estos mínimos, mal asunto. Dados los consensos expuestos, también es necesario establecer algunos acuerdos sobre las posibilidades de las políticas aplicables. Al respecto sabemos lo siguiente: la crisis económica será aún duradera y las políticas elegidas por la Unión Europea obligan a compromisos sobre el déficit público y la deuda pública que se sostendrán en los próximos años.

Con independencia de que opine que la continuidad de tales políticas es un viaje a ninguna parte y que es una vergüenza aplicar políticas depresivas en regiones con tasas de paro cercanas al treinta por ciento, a día de hoy, no hay otra opción para los gobiernos regionales. Esto obliga a pensar muy bien en la asignación de los recursos públicos y a establecer compromisos compartidos entre las áreas de gobierno. No creo que sea difícil estar de acuerdo también en estos detalles de la política económica. Si se está de acuerdo en los consensos y limitaciones de las políticas económicas actuales, los partidos políticos tiene un buen punto de encuentro para tomar decisiones sobre el presupuesto de la viceconsejería de cultura. Creo que pueden utilizarse seis vías para establecer una asignación de recursos suficiente para las políticas culturales de los próximos cuatro años. Sé que las vías que expondré tienen grados diversos de dificultad, pero nadie ha dicho que tomar decisiones en tiempos de crisis sea fácil. En tiempos de prosperidad, tampoco.

La primera vía consiste en enmendar a la totalidad el proyecto de presupuesto para modificar la previsión de ingresos tomando las decisiones pertinentes sobre la fiscalidad. Por otra parte, la desviación del PIB previsto en relación con una nueva asignación de recursos a cultura es ridícula. La segunda consiste en favorecer un proceso de redacción de enmiendas que asigne a los programas de cultura, especialmente aquellos que implican al sector empresarial y crean empleo, catorce millones de euros más de la asignación contenida en el proyecto de presupuesto. Una tercera afectaría al orden de prioridades interno de la viceconsejería de cultura, asignando recursos en función de los elementos estratégicos contenidos en el documento denominado “Plan Canario de Cultura”, redactado por una amplia representación de personas y empresas implicadas en la producción y distribución de bienes y servicios relacionados con la cultura. Como cuarta vía parece posible sugerir la redacción por el Servicio Canario de Empleo de un programa de empleo dirigido a las empresas del sector cultural (definidas por los códigos 181, 182, 581, 591, 592, 741, 742, 900, 910, CNAE-2009) consistente en una bonificación de la cuota empresarial a la seguridad social, del cien por cien, en las contrataciones que se realicen en el próximo año.

Un programa de intensificación de las relaciones arte-turismo es una quinta vía de alto rendimiento para el conjunto de la sociedad, incorporando recursos destinados a turismo. Por último, la identificación de un programa definido en el ámbito de la creación-sociedad de la información, con recursos de la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información. Es seguro que hay otras posibilidades también con diferentes niveles de dificultad. Se trata de exponerlas y de cooperar, como hacen las personas inteligentes, para no cortar un proceso de creación de fundamentos culturales que es imprescindible si queremos ser una sociedad desarrollada.

José Luis Rivero Ceballos es Catedrático de Economía Aplicada de la ULL y presidente de la Fundación
Pedro García Cabrera