X
LA PALMA >

El Roque, tan limpio como el cielo

   

El agua de la aluminización del GTC espera en bidones a que la retire un gestor autorizado. | DAVID SANZ

DAVID SANZ | Garafía

Hay ciertos bulos que se instalan en el imaginario de una sociedad y que, cada cierto tiempo, sin saber muy bien el motivo, reaparecen con fortaleza. En la investigación etnográfica, a este tipo de fenómenos se le ha dado en llamar leyendas urbanas. Normalmente se ocupan de fenómenos sin demasiada importancia, que sirven, entre otras cosas, para alimentar mitos o cuestiones relacionadas con el misterio.

Entre las más célebres figuran las leyendas que insisten en que Elvis Presley está vivo o aquellas que alimentan la presunta criogenización de Walt Disney. En otras ocasiones, como la que nos ocupa, llegan a convertirse en un asunto delicado al poner en tela de juicio, por un lado, cuestiones como la salud o el cuidado medioambiental y, por otro, al prestigio de la institución científica más importante del Archipiélago, el Instituto de Astrofísico de Canarias (IAC) y, en particular, el Observatorio del Roque de Los Muchachos.

En diversos foros, publicaciones e, incluso, al final de la pasada legislatura, en el pleno del Cabildo, se habla con demasiada ligereza sobre la posibilidad de que el Observatorio pudiera estar “contaminando” el acuífero de la Isla con el uso de determinados productos. Un debate que se trata, a veces, con tanto rigor como cuando se califica a los telescopios como la chatarra que se encuentra en las cumbre de la Isla.

Para averiguar qué se hace con el agua y con los productos potencialmente contaminantes en el Observatorio del Roque de Los Muchachos, lo mejor es acudir a las fuentes. Acompañados por el administrador del Observatorio, Juan Carlos Pérez Arencibia, recorrimos las entrañas de estas instalaciones, poniendo a las claras su máxima transparencia, un signo que distingue a esta casa que arrastra con dignidad un sambenito muy injusto.

Los espejos se someten al proceso de limpieza, que se inicia con agua a presión y luego se le aplica sosa y, con una venda, se retira la práctica totalidad del aluminio del espejo. A este proceso técnico se le llama decapado. Esta agua va a un depósito especial. | D.S.

Lo primero que llama la atención es la poca utilización de agua que hay en el Observatorio del Roque de los Muchachos, que se abastece de un camión cisterna que trae varias cubas a la semana de la red de abasto del municipio de Garafía. En materia de depuración de aguas, el cuidado es escrupuloso dado que cada telescopio tiene su propia depuradora para tratar la escasa agua que producen la pequeña cocina y un baño de que disponen estas instalaciones científicas.

En total existen doce depuradoras en el Roque de Los Muchachos, que operan sobre una media de seis metros cúbicos de agua al día. Una cifra insignificante, que se vierte después de ser depurada. La residencia del Observatorio es el edificio que registra una mayor utilización de agua, dado que es donde se hospedan todos los científicos y operarios que trabajan en el Astrofísico. El consumo del agua varía en función del número de personas que se encuentran alojadas, pero en ningún caso ha sobrepasado, al menos en los últimos dos años, los 250 metros cúbicos. La residencia, al igual que los telescopios, tiene su propia depuradora.

Una vez limpio, el espejo se deposita en el interior de la cámara de aluminio, que es una especie de olla. En el interior de este recinto, el espejo va rotando y, por el proceso de evaporación, se va impregnando nuevamente de la capa de aluminio que le permite recuperar su capacidad para la observación. | D.S.

Aluminio

Pero las principales críticas no atacan la gestión de las aguas residuales, sino que ponen en cuestión el proceso de aluminizado de los espejos de los telescopios. Y el Gran Telescopio de Canarias (GTC) es, sin duda, el que desarrolla este proceso con más frecuencia debido a que está formado por 36 espejos vitrocerámicos hexagonales de grandes dimensiones (1,90 metros entre vértices, 8 centímetro de grosor y 470 kilos de peso cada uno).

Los técnicos retiran una media de dos espejos al mes para limpiarlos y tratarlos con aluminio. “Esto es necesario porque al estar a la intemperie van perdiendo calidad, les entra polvo y las propiedades de reflectividad van bajando con el tiempo”, explicó Pérez Arencibia.

Una vez el espejo ya se encuentra en el tren de lavado y aluminizado, comienza un proceso, en el que se emplea un agua que se verterá en un recipiente especial y que será almacenada hasta la llegada de un gestor especializado que retirará este líquido. Es decir, que no se vierte al suelo del Roque de Los Muchachos ni una sola gota de agua que haya estado en contacto con el aluminio.

Esta medida se adoptó hace un año. Con anterioridad, se hacían las analíticas correspondientes para controlar que el nivel de aluminio estaba por debajo de lo permitido. Lo cierto es que “siempre estaba por debajo de lo normal”, aseguró Arencibia, quien añadió que ahora estas aguas “ni siquiera van a las depuradoras”.

De hecho, ahora las aguas que se emplean en la limpieza de los espejos, se vierten en un depósito especial que está en la trasera del GTC y de allí se recogen en unos bidones que esperan la llegada del gestor autorizado.

En realidad la cantidad de aluminio que se emplea en el tratamiento de los espejos es mínima, no llega a 20 gramos en cada uno de ellos. “Cualquier ventana de aluminio, que hay tiradas por ahí contaminaría muchísimo más”, lamentó Arencibia, quien se mostró convencido que ni siquera el agua que se emplea en los espejos cumpliría lo estipulado por la ley.

El aluminio utilizado es muy poco. No llega a once gramos, que se toman de pequeños filamentos como el de la imagen, y por el que pasa una corriente eléctrica que hace que su contenido se expanda en el espejo. Ni siquiera todo el aluminio va al espejo, sino que buena parte se queda en la cámara. | D.S.

[apunte]


Controlados por el Consejo y Canaragua

El Observatorio del Roque de Los Muchachos, además de su propio control en materia de aguas residuales, está auditado tanto por el Consejo Insular de Aguas como por la empresa privada Canaragua SA, a iniciativa del propio Observatorio. El vicepresidente del Consejo Insular de Aguas, Luis Viña, aseguró ayer que las pruebas que realiza este organismo en el Observatorio del Roque de Los Muchachos no han registrado ninguna anomalía. Al igual que las analíticas que realiza Canaragua cada 15 días sobre las aguas depuradas.

“Hay un buen seguimiento de la situación de las aguas residuales y nosotros estamos completamente tranquilos”, aseguró el administrador del Observatorio, al tiempo que reconoció desconocer el origen de esta leyenda urbana y el motivo por el que reaparecen de vez en cuando. “Nosotros instalamos depuradoras, traemos empresas externas que nos asesoran adecuadamente para cumplir escrupulosamente la normativa. Esa es nuestra seriedad, más allá no podemos ir”.

[/apunte]