Lo más triste de esta campaña es la irresponsable utilización de la juventud. Siempre que habla un candidato en algún mitin verán ustedes detrás, en segundo plano, un pequeño grupo de jóvenes y jóvenas (¡agghhsss!) siguiendo atenta y extasiadamente la intervención del lÃder carismático. Sin embargo lo más escandaloso, con mucho, es la dieta a la que está sometiendo Mariano Rajoy a sus hijos. Fabada asturiana, paella valenciana, alubias de Tolosa y marmitaco vasco, gazpacho andaluz, cocido madrileño y, según nos hemos enterado, plátanos de Canarias. Cuando acabe la campaña los niños estarán como el muñeco de MichelÃn.
No me puedo creer que los hijos de Rajoy se coman dos plátanos canarios al dÃa. Primero porque, aunque se comieran dos plátanos, alguno será de importación de Centroamérica. TraÃdo por canarios, eso sÃ. Y segundo porque hay que tener una voluntad de hierro para meterse dos plátanos diarios entre pecho y espalda. Sólo un eurodiputado canario, que yo conozca, serÃa capaz de tal hazaña cotidiana. La idea de Rajoy, no obstante, es reveladora. En España tenemos más de 80.000 cargos públicos. Algunos más, pero vamos a redondear. Pongamos que la media de miembros de sus familias esté en una modesta cifra de tres personas. Eso nos lleva a los 240.000 ciudadanos. Si cada uno de ellos se comiera dos plátanos al dÃa estarÃamos hablando de un consumo de 480.000 plátanos diarios. Consideremos que diez plátanos forman un kilogramo (que es un exceso, pero venga), asà que cada dÃa se consumirÃan 48.000 kilogramos, o lo que es lo mismo 48 toneladas de plátano canario. Y si se hiciera unas 300 veces al año (vamos a dejar que descanse la gente 65 dÃas, para que no se les ponga cara de mono), estarÃamos hablando de un consumo extra de 14.000 toneladas de plátanos cada año.
No sé qué está esperando Rajoy para prometer que una de sus primeras medidas como presidente del nuevo Gobierno sea publicar un Real Decreto de Fomento del Consumo para uso alimentario (estas cosas hay que precisarlas) del plátano de Canarias en el ámbito de los cargos públicos de todo el Estado. AsÃ, sin movernos de casa, conseguirÃamos un incremento inmediato de las exportaciones canarias a la PenÃnsula. Claro que Rajoy podrÃa decirnos que si él hace comer a sus hijos dos plátanos al dÃa, por qué en Canarias ni consumimos nuestros plátanos, ni los hemos puesto en valor con el turismo. El tipo es asà de insoportable. Pues no le contestamos y que le den.