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Ernst Haeckel en Lanzarote

   

SERGIO TOLEDO * | Santa Cruz de Tenerife

Haeckel (sentado) y Mikloucho, en Lanzarote (1866). / DA

Llega a las librerías el último libro de Marcos Sarmiento: La expedición de Ernst Haeckel a Lanzarote (1866-67). Es una continuación natural de su obra Las Islas Canarias en los textos alemanes (1494-1865), donde recogió la visión de múltiples autores sobre el archipiélago. La obra se organiza en seis apartados. El primero describe el contexto de la ciencia zoológica en el sistema universitario alemán a mitad del siglo XIX, cuando la formación de los zoólogos se iniciaba en el marco de los estudios de Medicina. Retrata el panorama en la Universidad de Jena, donde Haeckel desarrolló su carrera docente e investigadora, y narra las circunstancias que motivaron el viaje, consecuencia de su lectura de El origen de las especies de Darwin y de su ilusión por seguir los pasos de su admirado Alexander von Humboldt.

El segundo apartado recrea las biografías de Haeckel (1834-1919) y sus tres acompañantes: el ruso Nikolai Mikloucho-Maclay (1846-1888) y el suizo Hermann Fol (1845-1892), que eran dos de sus mejores alumnos, y el naturalista Richard Greeff (1829-1892), docente en la Universidad de Bonn. Todos ellos desarrollarían destacadas carreras científicas, aunque ninguna comparable a la de Haeckel. Mikloucho alcanzó la fama por sus estudios etonológicos sobre poblaciones de Nueva Guinea, sureste de Asia, Australia y Polinesia. Fol sería catedrático de Embriología en Ginebra y fundador de la estación zoológica de Villefranche-sur-Mer. Greeff fue catedrático de Anatomía comparada en la Universidad de Marburgo y director del Instituto Zoológico.

Viaje y estancia en Canarias

El tercer apartado se dedica al viaje a Canarias. Habiendo decidido viajar desde Inglaterra Haeckel aprovechó sus des semanas de estancia para entrevistarse con Charles Darwin, Thomas Huxley, Joseph Hooker, Charles Lyell y otros reputados naturalistas británicos. Él y Greeff zarparon en un vapor hacia Lisboa, donde se reunieron con Mikloucho y Fol, que habían llegado vía Burdeos. Desde allí embarcaron en un vapor de paletas rumbo a Madeira y tras una breve escala se dirigieron a Canarias en el navío de guerra prusiano Niobe, arribando a Tenerife el 22 de noviembre de 1866. Haeckel, influido por los escritos sobre Tenerife de sus compatriotas Humboldt y Leopold von Buch, no quiso perder la oportunidad de subir al Teide. Acompañados por el guía Manuel Reyes y por el jardinero jefe del Jardín Botánico, Hermann Wildpret, emprendieron una ascensión que resultó muy accidentada. De camino Mikloucho y Greeff fueron coceados por las mulas; el intenso frío, el fuerte viento y las placas de hielo hicieron desistir del intento a los intrépidos viajeros, excepto al temperamental Haeckel y al cortés Wildpret.

Aconsejados por Sabino Berthelot viajaron a Lanzarote como isla idónea para el estudio de la fauna marina. Zarparon de Santa Cruz el 4 de noviembre en un barquillo de cabotaje y debido al mal tiempo no llegaron al puerto de Arrecife hasta el día 9, tras hacer escala en Las Palmas. Alquilaron una casa en la conocida actualmente como calle Real, donde permanecieron doce semanas, hasta el 2 de marzo, cuando acabadas sus investigaciones embarcaron de vuelta a Europa en un mercante inglés. Contrataron a un par de barqueros para salir a capturar la fauna pelágica mediante redes de arrastre; aprovechaban la marea para, tanto a mano como con redes de malla fina, llenar baldes y frascos con la fauna litoral de las playas cercanas y charco de San Ginés. Se hicieron populares en Arrecife como “los alemanes blancos” debido a su costumbre de bañarse en la playa al anochecer en pleno invierno, cosa que resultaba extravagante y peligrosa a ojos de los lugareños.

El cuarto apartado del libro se dedica a los resultados de las investigaciones de los cuatro naturalistas. Haeckel había distribuido el trabajo. Greeff se ocupó de los artrópodos y los gusanos anélidos, sobre los que luego publicaría diversos trabajos. Mikloucho se encargó de los selacios, peces cartilaginosos como tiburones y rayas, estudiando su neurología y los vestigios de una vejiga natatoria rudimentaria; se dedicó asimismo a las calciesponjas y su trabajo sería continuado años después por el propio Haeckel. Fol investigó los ctenóforos, animales planctónicos parecidos a las medusas, sobre los que presentaría luego su tesis doctoral en Berlín. Haeckel se reservó el estudio de los radiolarios, protozoos ameboides de esqueleto silíceo, y de los sifonóforos, un tipo de cnidarios agrupados en colonias donde se da un reparto de funciones entre los distintos individuos.

La teoría de la evolución

Cuando Haeckel viaja a Canarias ya era conocido, a pesar de su juventud, por ser el introductor en Alemania de la teoría darwinista de la evolución de las especies. Había expresado esa postura en su primera obra importante Morfología general de los organismos (1866), donde presenta una historia evolucionista de la vida combinando ideas darwinistas, lamarckistas y de la Naturphilosophie.

Haeckel vino a Canarias con la intención de estudiar su zoología marina y compararla con la noratlántica y la mediterránea, que ya había estudiado en expediciones previas a la isla alemana de Helgoland y a la costa de Nápoles y Sicilia. Su objetivo era encontrar un tipo de seres vivos primitivos, a los que denominó moneras, organismos unicelulares sin núcleo, previos a la diferenciación entre animales y plantas. Había descubierto el primero en aguas cercanas a Niza y encontró dos más en Lanzarote, a los que dedicaría una monografía en 1868. Pensaba así contribuir al reforzamiento empírico de la teoría darwinista. El profesor Marcos Sarmiento dedica algunas interesantes páginas a la relación entre la investigación sobre las calciesponjas en Lanzarote y la ley biogenética formulada por Haeckel, conocida como teoría de la recapitulación, que afirma que la ontogenia recapitula la filogenia, es decir, que durante su etapa embrionaria la formación de cada individuo recorre aceleradamente los estadios evolutivos recorridos por sus ancestros desde el origen de la vida. Esta visión de la historia evolutiva de las especies, rechazada durante buena parte del siglo XX, ha sido retomada por las actuales teorías evo-devo.

En conexión con la ley biogenética no podía quedar sin mencionar la teoría de la gástrea, un metazoo ancestral postulado por Haeckel, cuya existencia habría quedado recapitulada en el estadio embrionario de gástrula de los animales actuales. En sus Estudios sobre la teoría de la gástrea, publicados en 1877, hace notar las semejanzas entre la hipotética gástrea primordial y ciertos celentéreos medusoides y calciesponjas, como algunos que estudió en Lanzarote.

Palabras e imágenes

El quinto apartado del libro consiste en la traducción de las páginas concernientes a la fauna marina de Lanzarote, parte de un artículo publicado por Haeckel en 1867 bajo el título Una excursión zoológica a las Islas Canarias. Informe provisional, que incluye unas consideraciones generales sobre las condiciones de su trabajo de investigación en Arrecife y un resumen de las especies de protistas, celentéreos, equinodermos, gusanos y moluscos que los expedicionarios encontraron allí. El sexto apartado consiste en un glosario de los términos técnicos usados, de utilidad para facilitar la lectura del público no versado en biología y zoología. Lo acompaña una amplia bibliografía sobre los cuatro viajeros y los distintos temas tratados. Pero las ciencias no son solo palabras, sino también imágenes y lo más espectacular de esta obra, que se ve potenciada por su gran formato, es la belleza de las láminas de Mikloucho, Fol, Greeff y Haeckel (las más numerosas) que recogen las extraordinarias formas de ctenóforos, medusas, radiolarios, sifonóforos, calciesponjas, hidropólipos, artrópodos y gusanos. Uno de los factores que contribuyó a la popularidad de Haeckel fue la magnífica ilustración de sus libros de divulgación científica, como Historia de la Creación (1868) y Formas artísticas en la Naturaleza (1904). Aparte de publicar sus investigaciones científicas en Canarias bajo forma de artículos, memorias, informes, monografías y secciones de libros, tanto Haeckel como Greeff publicaron textos narrativos sobre su viaje. Además se publicó de modo póstumo el texto de Haeckel Reise nach den Kanarischen Inseln (1866/67) dentro de la obra Berg- und Seefahrten 1857-1883. Greeff hizo lo propio en Reise nach den Canarischen Inseln (1868) y en Madeira y las Islas Canarias desde el punto de vista de las Ciencias naturales, especialmente de la Zoología (1872). ha sido un placer contribuir a la edición de esta obra que amplía el conocimiento disponible.

*Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia