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La Laguna y las vacas > Wladimiro Rodríguez Brito

   

Querido lector: vivimos en una época en la que hablamos mucho de economía y separamos aspectos culturales y sociales de la actividad productiva. Es bueno que reflexionemos sobre ello, porque es totalmente diferente fabricar tornillos a fabricar leche o cultivar la tierra. En nuestra sociedad industrial y urbana, en eso que ahora llamamos sociedades servicio, está totalmente disociada la cultura y el conocimiento del entorno, cosa que es básica en agricultura. Porque agricultura también es cultura, es decir, cultura del medio, tema casi olvidado en esto que llamamos globalización. Por ello en los últimos años se ha entendido mal el progreso en esta nueva cultura llama Holliday. Sobre el campo tenemos que hablar muy en serio en los próximos años, pues uno de los problemas que parece que tiene la humanidad en estos momentos se relaciona con los alimentos y el medio ambiente. A lo que en el caso canario se añade los puestos de trabajo. Por ello no sólo tenemos que hablar de turismo sino que agricultura y cultura del espacio son temas clave en el futuro de esta tierra. Valga como ejemplo lo que ocurre en la isla de Tenerife. En los años sesenta de la pasada década, cuando vivíamos en esta Isla menos de 400.000 habitantes, teníamos más de 50.000 vacunos, es decir, un vacuno por cada cinco habitantes. Hoy apenas tenemos 4.800 bovinos, lo que significa uno por cada 200 habitantes. Valga como referencia que en Cantabria hay una relación de un bovino por habitante y que en la urbana e industrial Holanda hay tres habitantes por bovino. Esto significa que en el año que termina hemos importado más de 500 millones de litros de productos lácteos, esto es, leche, queso, mantequilla, etc., o, lo que es lo mismo, esto significaría contar en esta tierra con más de 50.000 vacas de ordeño y una cabaña vacuna para el mantenimiento de la carne y la leche de más de 150.000 animales. Por ello, querido lector, hemos de volver al campo en una relación no sólo con el estómago y el bolsillo sino también con la cultura y el modelo de vida que precisamos para el futuro de esta tierra. Por ello, de los 6.963 vacunos que tenían los 54 municipios de la provincia de Santa Cruz de Tenerife en 2010, vivían en La Laguna y su entorno más del 50%, es decir, en los municipios próximos a La Laguna y a lo que hemos de incluir la granja de Santa Úrsula. ¿Es esto una casualidad o hay razones objetivas para que de este modo se produzca lo referido? Indudablemente, tenemos en Canarias otras zonas ricas en pasto e historia ganadera, por ejemplo, Los Realejos, La Orotava, Icod de los Vinos, Garafía, Breña Alta y la zona de Nizdafe de El Hierro, etc. De modo que estas líneas quieren ser asimismo un reconocimiento a la labor social, cultural y humana que ha realizado Pedro Molina Ramos, que ha estado estos años al frente de la Asociación de Ganaderos de Tenerife y que ha potenciado el arrastre y, por supuesto, ha defendido económica y socialmente a los ganaderos desde la Cooperativa La Candelaria. A eso han de añadirse las romerías y lo que se refiere a la dignificación de los ganaderos y de la cultura del campo. En la que, por supuesto, economía, cultura y medio ambiente no están peleados. Es aquí a lo que una sociedad más equilibrada, justa y menos dependiente tiene que mirar, al campo con una nueva aptitud para los tiempos que se presentan. Es más preferible, en los casos vistos, importar forraje para nuestro ganado que los más de 200 millones de tetra brik que terminan en nuestros vertederos. La cuestión es que lo planteado generaría una mayor estabilidad social y ambiental en esta tierra, lo cual contribuiría a una menor dependencia del exterior, con lo que ello significa.