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La nueva educación: gestión emocional

Es importante saber expresar las emociones y los sentimientos. / da

INMA MARTOS | Santa Cruz de Tenerife

Beatriz Montañés es maestra de infantil del colegio Los Salesianos, de La Orotava. Cansada de no encontrar en los métodos tradicionales las claves de la educación, un día decidió investigar. “No tanto por intentar solucionar un problema, sino por contribuir con mi experiencia al cambio”, asegura.

Ella está orgullosa de ejercer como maestra, pero no fue hasta que entendió la importancia de la labor que desempeñan los maestros, cuando comenzó a entender que si las casas comienzan a construirse por los cimientos, estos elementos en educación se llaman emociones y sentimientos.

En las primeras edades, los niños y las niñas se enfrentan a su vida con un cúmulo de emociones y sentimientos entremezclados y, en muchos casos, hasta muy complejos y contradictorios. En este momento crítico, los niños necesitan canalizar pero para eso necesitan ayuda y referentes que los enseñen, indica Beatriz Montañés.

Ana, una niña de tres años plenamente eufórica, rellena un círculo de color rojo. En cuestión de segundos, se puede observar como de pronto cae en cólera con un llanto escandaloso e inconsolable, obviamente sin que se sepa cuál ha sido la causa y sin una intención comunicativa por su parte que aclare lo sucedido. La niña “no lo explica”, comenta la maestra, pero, ¿no quiere o no sabe explicar lo que siente?

La carencia del trabajo en las emociones de Ana contribuirá a que en su adolescencia tenga problemas conductuales. En ese momento, Ana alborota y se niega a responder sobre el motivo de su conducta. Podría estar recurriendo al mismo mecanismo que utilizaba en su primera infancia, apunta Montañés. La pregunta sigue siendo la misma, ¿no quiere o no sabe expresar lo que siente? Su madurez estática se ha quedado estancada en un momento de su infancia. El ser humano complejo, pero no solo en sus procesos cognitivos sino por su complejidad, aún mayor, en emociones y sentimientos.

Por tanto, “si somos significativamente emocionales tendremos que tomar como planteamiento base, educar desde y con las emociones para llegar al conocimiento”. En otras palabras, junto con los números y las vocales, habrá que trabajar con nuestros niños y niñas la alegría, la tristeza, el enfado, la culpa y ser capaces de prestar atención a los sentimientos.

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