... y no es broma > Conrado Flores

A todo gas > Conrado Flores

Hace un par de semanas mi padre recibió en su domicilio una multa enviada desde el Ayuntamiento de La Laguna. “¿Una multa?”, le dije a mi madre, “¿papá?”. Te explico.

En un primer momento pensamos que se podría tratar de algún impuesto impagado pero eso era imposible: mi padre lleva sus cuentas y sus pagos con la precisión de un relojero. A partir de ahí abrimos un debate más profundo que el de la investidura de Mariano Rajoy. ¿Qué sería?

Resulta curiosa la manera que tiene la burocracia administrativa de dejar en suspenso el motivo de tu sanción económica, que no viene tipificada en el requerimiento de pago que se te envía a casa. No obstante, como las cartas anónimas de los asesinos en serie, esta fórmula permite mantener la tensión y la intriga del contribuyente hasta el final, como en los mejores thrillers de Alfred Hitchcock.

Una vez en el Ayuntamiento ocurrió lo impensable: la funcionaria me confirmó que se trataba de una multa de tráfico. Al principio, pensé que estaba siendo víctima de una broma de cámara oculta porque mi padre es un señor discapacitado de 75 años que ya se ponía el cinturón de seguridad antes de que fuera obligatorio y que circula por la ciudad con una precaución que podría llegar a exasperar hasta al conductor de una carreta tirada por una mula.

Después, pude comprobar que la cosa iba en serio cuando me enseñó una nítida foto del coche de mi padre circulando por la Avenida de Los Majuelos a la vertiginosa velocidad de… 57 kilómetros por hora. En aquel momento me entró un ataque de risa que todavía me dura al recordarlo. 57 kilómetros por hora en lugar de los 40 kilómetros por hora pertinentes.

Finalmente, debido a un defecto de forma responsabilidad de la administración, la multa no llegó a ejecutarse pero para nosotros fue el tema del mes. Llamé a mi hermano por teléfono y le dije “multaron a tu padre por ir por ahí a todo gas, ¡casi a 60 kilómetros por hora!”.

Uno, desde pequeño, tenía la sensación de que los policías y las medidas de seguridad ciudadana estaban ahí para atrapar a los malos. O algo de este espíritu ha cambiado o pensionistas madrugadores como mi padre también caminan al margen de la ley.