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Ajustes en tamaño A-4 en la Sanidad

La nueva tarjeta sanitaria que emite la Consejería de Sanidad. | DA

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

Primero fueron la falta de vendas, gasas, guantes o algodón; más tarde fue la “racionalización” de los menús y los problemas de pijamas, sábanas y mantas. Y ahora son las tarjetas sanitarias las que también han empezado a sufrir los recortes puestos en marcha por la Consejería regional de Sanidad.

Desde el departamento que dirige Brígida Mendoza aseguran que se trata de una medida temporal incluida en el ajuste, al objeto de ahorrar costes, algo con lo que discrepan los sindicatos y profesionales del sector. No en vano, la mayoría no entiende por qué ahora ya no se facilita la tarjeta que se venía empleando hasta hace unos meses, que se ha sustituido por un folio A-4.

En él figuran, junto a un código de barras y el número de afiliación, los datos personales del usuario, que debe cargar con el citado papel durante todas sus atenciones y gestiones sanitarias. En términos generales, la medida no sería más que una anécdota, pero la realidad es otra. Porque la impresión en papel de la nueva tarjeta sanitaria está generando problemas en las administraciones de los centros de salud y las farmacias, que tienen serios problemas a la hora de leer y, por ende, interpretar la huella digital de los pacientes.

“Antes se apostaba por la modernización del sistema, y ahora vamos hacia atrás”, señala irónicamente Levy Cabrera, vicepresidente del Sindicato Médico (CESM) en Tenerife, quien reconoce que “hay orden de que no se desperdicie un vaso, un pijama o una sábana”. En su opinión, los centros de salud y hospitales todavía no están notando realmente los ajustes presupuestarios, “pero el control es mucho más estricto y en cada pedido que se hace hay que priorizar con lo realmente necesario”, subraya el representante del CESM.

Antigua tarjeta sanitaria que facilitaba el Servicio Canario de Salud. | DA

“Antes se apostaba por la mod

En la misma línea se manifiesta Ramona Mendoza, portavoz del Sindicato de Enfermería (Satse) en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria. Para ella, que lleva más de 35 años ejerciendo en el Archipiélago, es “la situación más difícil” que ha vivido a lo largo de su trayectoria profesional.

“Como acaba de empezar el año, y hemos podido reponer material, todavía no podemos hablar de falta de recursos, pero no sabemos en qué situación terminaremos el año”. Sin embargo, no se puede decir lo mismo en lo que respecta al personal, ya que cada vez son menos los enfermeros que trabajan en los hospitales tinerfeños. “El recorte de 50 millones de euros y el aumento de la jornada laboral está generando despidos que no se van a cubrir”, denota Ramona Mendoza, quien asegura que hay muchos profesionales que están echando jornadas de 10 y 12 horas para poder cubrir los servicios básicos de los pacientes.

“Hay compañeros a los que les está afectando la situación, hasta el punto de que tienen que venir a trabajar enfermos, porque las bajas prolongadas también se castigan con una reducción del 25% del sueldo”, arguye Mendoza, que insiste en que “las condiciones de trabajo cada vez son más duras, y los principales damnificados son los ciudadanos”.

Su queja la comparten en Intersindical Canaria (IC), cuyo secretario de Comunicación, Jaime Bethencourt, deja claro que “los recortes de plantilla, el endurecimiento de las condiciones laborales del personal sanitario, el freno a las actividades quirúrgicas y los nuevos retrasos en la conclusión de infraestructuras sanitarias básicas como los hospitales del Norte y Sur de Tenerife, hacen que las garantías de una correcta prestación sanitaria hayan disminuido sensiblemente, motivo por el cual las posibilidades de fracasos asistenciales en la sanidad pública, incluso con riesgo vital, se han duplicado”.

Para Bethencourt, las medidas que está tomando la consejera y su equipo, suponen una “gestión temeraria”, lo que podría conducir a la “descomposición” del actual sistema.