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Alegría por San Antonio

[apunte] Entre los peregrinos se entremezclaban desde el presidente Paulino Rivero y el consejero insular José Joaquín Bethencourt hasta los scouts laguneros de Ataman. / FOTOS: JAVIER GANIVET [/apunte]

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

“Debo ser de los pocos que le pidió a los Reyes una vaca”, confesaba este domingo un joven guayero de unos 15 años, orgulloso participante en la IV edición de la Promesa a San Antonio, que partió al amanecer desde La Laguna para conducir al ganado, previo descanso en Ravelo, hasta La Matanza, donde les esperaba la bendición… y miles y miles de personas que desbordaron todo tipo de previsiones.

Tomaba nota Pedro Molina, presidente de la Cooperativa La Candelaria -organizadora del evento-, en su agenda azul con una sonrisa en los labios. “Son más de 140 cabezas de ganado, pero lo mejor es ver a tantos jóvenes aquí”. Sin duda, la masiva afluencia registrada ayer quedará remarcada entre los cuadernos de Molina, que registran la participación en estos eventos “desde los setenta”.

Ciertamente, la presencia de jóvenes y mujeres permite atisbar señales de reencuentro con lo que el exconsejero insular, Wladimiro Rodríguez, describía ayer como “algo más que una manera de ganarse la vida: es una manera de vivir”. Similar opinión daba el alcalde de La Victoria, Haroldo Martín, en animada tertulia con su colega de El Sauzal, Mariano Pérez: “El sector primario es una oportunidad para los muchachos que dejaron los estudios y ahora están en paro”, coincidían ambos.

La marea de gente y ganado que partió con algún retraso desde el cruce del Matadero Insular repuso fuerzas en Ravelo, donde brilló con luz propia el adobo teguestero ofrecido gratuitamente por el Bar La O, “con receta de Doña Cándida de la Cruz, que ya tiene 98 años”, detallaron. Justo enfrente, doña Fena les abrió las puertas de su venta, cerrada hace treinta años como negocio pero abierta al vecino que algo requiera.

Entre los peregrinos se entremezclaban desde el presidente Paulino Rivero (a pesar del pinchazo en un muslo que lo tiene sin su carrera matutina habitual) y el consejero insular José Joaquín Bethencourt hasta los scouts laguneros de Ataman. Ya en La Matanza, todos recibieron el aplauso de una multitud que colapsó el lugar.

Tras la procesión y la misa, llegó la bendición. Seguro que San Antonio sonrió al paso de Raúl (7 años) y Óscar (10), guiando, igual de orgullosos, con su vara a la preciosa venía Alegría.