va por el aire> Benito Cabrera

Cantadoras herreñas > Benito Cabrera

Las voces femeninas son un baluarte del folclore canario, aunque han estado un tanto relegadas en la tradición de islas como Lanzarote y Fuerteventura, donde priman los tenores.

El Hierro nos ha regalado voces míticas como la peculiar María Mérida, que con su poco habitual tesitura de contralto recorrió el mundo de la mano del escenógrafo José Tamallo. Y aún sigue dando guerra (sea por muchos años), deleitándonos con sus registros graves y su inconfundible manera de interpretar.

Actualmente encontramos una brillante generación de nuevas voces, de las que son representantes Candelaria Gorrín, Angélica Casañas o Claudia Álamo. Las hemos podido escuchar recientemente en la grabación del proyecto Una Canción para El Hierro, junto a Los Sabandeños.

Y aunque falleció hace muchos años, el eco de Valentina Hernández, la de Sabinosa, sigue proyectando su ectoplasma emotivo en el sentimiento isleño.

Valentina nos brindó la voz del cantor que nunca muere, porque nunca calla. Ella supo retratar la atmósfera arcana de su isla, y trascender a su vida con la memoria del viento.

El Garoé sembró semillas de agua en sus manos de partera, para traer la vida a los hijos de su pueblo. La esencia de la sed isleña le legó el magisterio ancestral de los baños medicinales en el Pozo de la Salud, donde trabajó. Pero su herencia germinal le vino del pasado, de las costumbres de los viejos que “no deben de abandonarse”, y el Mar de las Calmas otorgó esencia salina a su voz mineral y desgarrada, para cantar al mundo desde su universo pequeño y meridiano.

El Vivo y la Meda, el Santo y el Tango, los romances seculares y las coplas nuevas cobraron naturaleza en su canto, que supo hacer del Arrorró la imagen de la mansedumbre profunda y atávica del sueño de los niños.