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Carpe diem… > María Montero

Carpe diem viene a ser una expresión del latín que significa vive el momento, disfruta el presente. Este vocablo latino nos enseña a comportarnos en nuestro día a día como si fuera el último de nuestra vida y nos plantea un reto permanente con el presente y las acciones cotidianas y su repercusión en nuestra vida y en la de los demás. Si hoy fuera nuestro último día con aliento o el último aliento de este planeta, ¿qué es lo que haría? ¿lo viviría como un día más o rompería esquemas en su agenda y realizaría cosas que nunca vivió o siempre mantuvo como sueños aplazados?…Y si aún disponemos de tiempo, ¿dónde se quedó nuestro Carpe diem? Cuanta gente ha perdido su Carpe diem o está esperando para tomarlo, mientras el tiempo transcurre inexorablemente, y cuando lo retoman, quizá ya se esfumó su momento. Hay sociedades que han basado el disfrute de su presente en su poder adquisitivo, y esto implica que su placer actual coexiste con su estabilidad económica o ausencia de crisis, mientras otros sectores de la tierra coexisten en un presente marcado por la supervivencia material enriquecido por valores emocionales. El equilibrio intermedio entre la experiencia emocional y la adjudicación equitativa de bienes físicos podría ser una ecuación apelativa a cualquier naufragio social, sin embargo, la ecuación disfuncional y en desequilibrio sobre el reparto de recursos en la tierra, ha contribuido a una exasperante evolución económica sin escrúpulos humanos en ciertos lugares o círculos sociales, y una espiral ascendente e imaginativa para obtener recursos vitales para otro sector social. Pero,¿quién es más feliz?¿quién más recursos posee o quién menos dependiente es de recursos externos y basa su libertad personal en su sonrisa presente? Si nuestra felicidad depende del restablecimiento del Estado del bienestar, dependemos de políticos que sucumban ante sus errores y quemen en la hoguera política los contratos con letra pequeña que nos llevaron a la crisis.

Los ciudadanos firmaron en las urnas una Europa convergente en un futuro estable, sin embargo, la realidad política se tornó divergente con la realidad ciudadana, y desde entonces, estos puntos equidistantes, en lugar de acercarse, parece que cada vez se alejan más. Ahora los ciudadanos firman contratos de salvamento de un bienestar efímero, que tuvieron efímeramente, que no retuvieron, e incluso la letra pequeña actual suscribe por cambiar su línea de meta anualmente. Pero volvamos al Carpe diem. No esperemos a mañana para abrazar el presente. Podemos amar nuestros círculos sociales variados de clases sociales. Todos estamos aprendiendo de todos. Una sociedad real no necesita deslumbrar a los otros con dólares o sentimientos, sino que comparte lo que tiene con transparencia. Las relaciones verdaderas no necesitan letra pequeña. Hoy podemos empezar a crear un nuevo Estado de bienestar con una imagen inclusiva o globalizadora hacia el futuro. Todos necesitamos capital económico, valores sociales, enamorarnos y ser conquistados por alguien todos los días. Y regar la planta de quienes nos conocen, con detalles pequeños o grandes amores. Y tener descendencia, creciendo a un futuro bienestar, gracias al presente que estamos construyendo. También tenemos derecho a rendirnos y a dejar de creer en todo. Es duro no albergar un ápice de esperanza, aunque la raza humana sobrevive más allá de la política. En nuestras agendas, podemos incluir un Carpe diem semanal, o mensual. Un día de nuestra vida actuando como un único día, aportando experiencias personales, desinteresadas, sensuales e interesantes.