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El barranco de las mil caras

POR JUANCA ROMERO HASMEN

No es fácil actualmente sentirse parte de la madre naturaleza e integrarse plenamente en ella cuando realizamos una de esas esporádicas excursiones domingueras de corte familiar o derivadas. El Barranco de Badajoz se convierte sin lugar a dudas en uno de esos reductos naturales donde la tendencia se invierte y el visitante se siente absorbido por la naturaleza que al minuto se apodera de él. Situado en la vertiente Sur de Tenerife, el Barranco de Badajoz está enclavado en el espacio natural protegido de las Siete Lomas, el término municipal de Güímar, rodeado de rocosas laderas y perpetuos volcanes. Considerado por muchos como uno de los lugares de poder más importantes de España, esta grieta geográfica es visitada por miles de personas cada semana que acuden hasta allí en busca de sus leyendas y misterios. Tras la Conquista, y cumpliendo lo establecido por la Real Célula del 5 de noviembre de 1496 establecida por los Reyes Católicos, se procedió a la repartición de las tierras conquistadas pasando a propiedad del conquistador principal la mayor superficie de tierras y las de mayor calidad. Para sus colaboradores y asistentes, correspondían otras porciones de tierra que en muchos casos estaban situadas en zonas algo más inaccesibles o poco prósperas. Juan de Badajoz, colaborador destacado del conquistador Alonso Fernández de Lugo, fue el receptor, entre otras importantes tierras, de la zona donde estaba el denominado Barranco Chamoco que pasó a llamarse Badajoz como sello de identidad de su propietario llegado de tierras castellanas. En tiempos previos, por aquellas tierras merodeaban los guanches en busca de pastos para sus rebaños de cabras. La zona era ciertamente importante dentro del menceyato de Güímar que gobernado por el gran Añaterve. No solo servía para expandir los rebaños sino que era lugar de enterramientos o apilamientos funerarios.

Pero entremos en los aspectos más insólitos o misteriosos que inevitablemente están arraigados al lugar. De apariencia humana o humanoide, estos supuestos seres son catalogados por muchos como espirituales, intraterrestres o extraterrestres. Evidentemente se hace obligado establecer pautas de investigación para intentar encontrar las pruebas necesarias que demuestren, aunque sea solo mínimamente, la autenticidad de estos testimonios, que dicho sea de paso, son muchos más de los que a priori podríamos imaginar. Indudablemente este tipo de historias tienen un fuerte arraigo entre la población de la zona, que con el pasar de las décadas acaban inconscientemente convirtiéndolas en leyendas. Precisamente las leyendas son otro de los iconos identificativos de este lugar. Seres blancos que se aparecen a unos trabajadores de las galerías de aguas para indicarles donde picar y encontrar así el líquido elemento, apariciones espontáneas en los recodos del barranco, niñas que son temporalmente secuestradas por estos supuestos seres… Momento perfecto para hablar de la niña de las peras. Es, sin lugar a dudas, la leyenda más conocida del Barranco de Badajoz. Debemos situarnos entre el año 1905 y 1915, en el entorno rural del Barrio de San Juan. Una joven mujer envía a su hija al barranco cercano a recoger frutas, ya que se estaba acercando la hora de comer. La pequeña coge la cesta y se dirige hasta el lugar. Al llegar allí y disponerse a descansar un poco tras la costosa caminata, se le aparece un ser con aspecto sereno, casi angelical, y con una fuerte carga lumínica que le cubría todo el cuerpo. Este ser de luz pura tomó a la pequeña de la mano y juntos se internaron en una gruta descendiendo por unas escalinatas pedregosas que les llevaron hasta un lugar en el interior de la tierra donde otros seres blancos realizaban diferentes actividades. Estuvieron allí aproximadamente 15 o 20 minutos hasta que aquel ser acompañó a la pequeña hasta el exterior y se despidió. La niña llenó la cesta de frutas y corrió hasta su casa para contar a su madre lo que había visto. Al llegar hasta allí y entrar en la cocina, se encuentra con una señora muy mayor que la miró con terrorífica e incrédula sorpresa. Se trataba de su propia madre, envejecida por el transcurrir de los años, nada más y nada menos que treinta desde que la pequeña fue al barranco. ¿Puertas dimensionales, seres intraterrestres, relación espacio tiempo, simples historias de pueblo? Las preguntas quedan en el aire.

Otros de los grandes misterios del Barranco de Badajoz son los relacionados con supuestas energías dotadas de cierto grado de “inteligencia”. Podríamos clasificarlas en tres grandes grupos: las lumínicas o luminosas, las de contacto y las sonoras. Las de tipo lumínico son las más comunes y muchas de ellas han quedado capturadas en diferentes fotogramas. Testimonios que hablan de esferas más o menos incandescentes que se precipitan por las laderas del barranco hasta desvanecerse en la costa. Sin embargo, las que más llaman la atención son aquellas donde el testigo afirma haber sido advertido por una extraña fuerza proveniente no se sabe muy bien desde donde. Es el caso de Alejandro Amador, un joven tinerfeño que en su primera visita al barranco vivió lo siguiente: -Yo iba a la derecha de mis compañeros y sentí que me empujaban por la espalda, exactamente el hombro derecho… no había nadie detrás, no me choqué con nada, no me tropecé con ninguna piedra. Me quedé atónito mirando hacia atrás pero sin parar de caminar y pregunté a mis amigos si habían visto eso. Ellos lo tomaron medio en broma pero se quedaron asustados. Al llegar abajo se lo conté a los demás y sólo algunos me hicieron caso, pero a mi no se me olvidará en la vida, al igual que otras cosas que he visto y todavía no les encuentro explicación. _ En mi libro “Barranco de Badajoz, entre leyendas y misterios” recojo muchos de estos acontecimientos, alguno de los cuales, fueron captados casi en directo por la cámara de un prestigiosos programa de televisión de nuestro país. Pero hablaba también de la existencia de energías sonoras, y es del todo cierto. En ocasiones, se produce una anomalía acústica en el seno del barranco. Consiste en la percepción sonora de un tipo de melodía entre sinfónica y gregoriana de procedencia incierta, descartando cualquier tipo de fuente emisora localizada en el entorno.

Con el sello de la esvástica

Desde hace casi dos décadas, se viene hablando de la posibilidad de que los nazis estuvieran en el Barranco de Badajoz. Si este hecho fuese cierto, ¿Qué buscaron exactamente en tan remoto lugar? No fue hasta el año 1991 aproximadamente cuando se comenzó a dar difusión a este asunto a raíz de una fotografía que el desaparecido investigador canario Francisco Padrón hizo pública. ¿Es prueba suficiente este hallazgo?, evidentemente no lo es. Es más, aunque su origen fuese ese, no es prueba de que estos reputados buscadores de tesoros y de objetos de poder hayan estado allí, ya que pudo ser cualquiera el que en aquellos años o en tiempos más recientes acabara dejando olvidada en el tiempo y entre la maleza el utensilio en cuestión. Pero, al margen de esta escurridiza y concreta fotografía, ¿se puede decir que los nazis estuvieran en el Barranco de Badajoz? Pues no es tan descabellada esta posibilidad si atendemos al hecho irrefutable de que personas amparadas por la esvástica fueron enviados hasta Canarias y en particular hasta Tenerife para que desde dentro de la Universidad de La Laguna realizaran estudios e investigaciones sobre el origen de las razas atendiendo a las descripciones fisionómicas que hasta la fecha se habían dado del pueblo aborigen canario. Así pues, sabiendo que además eran grandes botánicos y conocedores de las hierbas medicinales, cabría la posibilidad de que acudieran hasta el lugar en busca de estas plantas aunque los más conspiranóicos sostienen la teoría poco sostenible de que llegaron en busca de las puertas dimensionales que se dice hay en el Barranco de Badajoz y que aún permanecen allí esperando su próxima apertura.