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El PSOE, desaparecido > Carlos Carnicero

No se tienen noticias del PSOE; está inmerso en un pseudo proceso interno en que dos señor@s de la guerra se disputan los restos del naufragio.

Pretender que en el lapso de tiempo que circula entre el debate de investidura y el inicio del congreso hay tiempo para una introspección crítica como la que necesita el partido es un acto de perversión de quienes quieren continuar en el machito. No hay propósito alguno de realizar un proyecto serio que ponga fin a casi una década de pérdida del rumbo del socialismo español.

Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba tienen acreditada su responsabilidad directa en la debacle del partido. Lo han situado en un punto en que ahora mismo no pinta nada en la política nacional. Y la resultante es campo libre para el Partido Popular en el Gobierno.

Los españoles asistimos con resignación a la cadencia de recortes porque ya estábamos acostumbrados a que el Gobierno anterior iniciara la poda. Ahora, la esperanza, casi telúrica, es que los nuevos leñadores del estado del bienestar acierten al elegir los árboles que van a talar.

¿Con qué criterio? Muy sencillo: lo que ordenen los mercados. Ayer conteníamos la respiración mientras los compradores de deuda decidían si le quitan a Francia la triple A; es decir, si comienzan otro pastel especulativo con el que llenar sus despensas. ¿Cuál es el límite? No se tiene noticia siquiera de que lo haya.

Si el PSOE no contesta al teléfono, porque sus dirigentes se disponen a decidir quienes van a ser los señores feudales de un sistema piramidal de control leninista de una organización cada vez más raquítica, y los sindicatos están rendidos por la contabilidad, solo nos queda ponernos en fila india para que nos rebanen un poco más de pescuezo.

La democracia se conduce a estar atentos a las pantallas para que desde fuera de España nos digan lo que hay que hacer. Los economista, cada vez más profetas del pasado, son los mismos que asesoran a las empresas que nos quieren dominar. Y la derecha cabalga de nuevo con la premisa inscrita en la frente de todos de que está proscrita la rebeldía.