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El teatro de la reforma > Jorge Bethencourt

A los gobiernos les gusta tanto intervenir en la vida de las personas que hasta se entromete en la regulación legal de las relaciones de pareja. Así que no es extraño que sobre el mercado laboral, que es algo menos íntimo que la unión sentimental de dos seres humanos, haya desplegado la administración tal batería de leyes y reglamentos que hasta hay expertos en derecho laboral que viven de asesorar a empresarios y trabajadores en el galimatías jurídico.

Cuando termine el teatro entre las organizaciones empresariales y sindicales, prósperos clubes que se mantienen a cargo de los impuestos, el Gobierno ya tendrá expedito el camino para hacer la reforma laboral del mercado privado. Será, de momento, la única reforma laboral que veremos. A los trabajadores privados se les podrá despedir por menos dinero. O tal vez no. Aún no se sabe. Lo que sí se conoce es que de momento no habrá reforma del otro mercado laboral público donde hasta ahora no ha habido cierres, ni quiebras.

Cuando una administración no paga sus deudas a los proveedores estos dejan de pagar los sueldos a sus trabajadores. Echan el cierre o entran en suspensión de pagos. Cuando una administración tiene problemas presupuestarios, sube tasas e impuestos. La esponja generosa de los trabajadores y empresarios privados (el 94% de ellos, en este país, pymes y autónomos) se estruja una y otra vez para mantener el andamiaje de este teatral escenario que sigue sin querer tocarse a sí mismo. No jugamos con las mismas reglas. Si tenemos deudas con el ayuntamiento o la Hacienda pública nos embargan las cuentas. Si nos deben dinero en alguna administración, nos sumergen en un infierno de reclamaciones tal inútiles como costosas.

No esperen mucho de la reforma laboral. Esto ya no es cuestión de gasolina. Los nuevos vehículos híbridos buscan menos consumo y mejor rendimiento. Hay que cambiar el motor público para que gaste menos menos y rinda de forma más eficiente. Seguir con la política de echar más y más combustible al mismo motor obsoleto es propio de quienes antes que solucionar nuestros problemas quieren evitar los suyos. Y lo que es peor, cuanto más tiempo pase, más lejos estaremos de hacer las transformaciones de forma sensata y escalonada, minimizando su impacto en una economía en glaciación. Todo cambia para que todo siga igual. Pero no podrá seguir igual porque esto, por mucho discurso que se haga, ya no se sostiene.

Twitter@JLBethencourt