Unos bultos encorvados sobre unas mesas, cubiertos por mantas, es lo primero que se ve en la foto. Luego amplías el plano y ves la pizarra, el profesor y todo lo que te indica que los bultos son estudiantes, y que aquello es un aula sin calefacción.
El chico que tomó la foto y la difundió, para denunciar que en su instituto alicantino las clases se dan prácticamente en congeladores, fue expulsado unos días por tener la poca vergüenza de exponer al mundo las cutres condiciones en las que se está dando clase en un país que se llama a sí mismo avanzado sin el menor rubor.
Al mismo tiempo, en El Tanque, donde cuando hace rasca, hace rasca de verdad, otro instituto es noticia por haberse conocido que no hay dinero para calentar las clases y tampoco para un conserje (mira, uno menos pasando frío). La consejería les dice que eso no es cosa de ellos, y que allá te las compongas, mira a ver si el Ayuntamiento tiene suelto, o busca tú en el bolsillo, y poco menos que cada alumno se traiga un termo de casa con un chocolatito, que con eso siempre se templa uno.
No hace falta que venga el FMI a decirme que se nos vienen encima años de recesión (para espanto de un Rajoy que empieza a entender que esto no se resolvía con su sola presencia). Cuando el frío de la crisis pasó de metafórico a literal, algo empecé a sospecharme.