ME PAGAN POR ESTO > Alfonso González Jerez

Gotas de agua en Canarias > Alfonso González Jerez

Como toda situación compleja, el análisis de la ordalía que vive el PSC-PSOE frente al XXXVIII Congreso Federal está tentado por la simplificación. A un lado, apoyando a Carme Chacón para la Secretaria General del PSOE, estarían la abultada minoría de disidentes que no votaron a José Miguel Pérez como máximo dirigente de los socialistas canarios, liderados en la sombra por el hoy eurodiputado Juan Fernando López Aguilar; por el otro, figurarán los comprometidos con Alfredo Pérez Rubalcaba, identificados con José Miguel Pérez y grosso modo con el aparato de dirección del PSC. Esta divergencia se eleva simultáneamente a la categoría de estrategia política: los primeros abominarían del pacto con Coalición Canaria en el Gobierno autonómico y desearían plantear un golpe de timón en el rumbo del PSC con carácter más o menos inmediato, recuperando además a los compañeros que huyeron para montar la tienda de campaña de Socialistas por Tenerife; los segundos, en cambio, serían proclives a mantener el pacto con los coalicioneros. Como toda simplificación solo refleja, y bastante deformadamente, un fragmento de la realidad.

En las elecciones a delegados al Congreso Federal los simpatizantes con la candidatura de Chacón vencieron en el Archipiélago porque muchos de los que apoyaron a José Miguel Pérez sostienen que la exministra de Defensa (y de Vivienda) representa la única posibilidad de cambio y revitalización del PSOE más o menos viable. Entienden que la opción de Pérez Rubalcaba, en cambio, solo supondría el encastillamiento en un continuismo peor o mejor maquillado. Los dirigentes y cuadros de los que se rodeó el exministro del Interior para diseñar, preparar y sostener su campaña electoral transmitieron mala espina en Canarias, como en otras organizaciones territoriales: Elena Valenciano era y es considerada una catástrofe, una oportunista y una trepa. Nadie olvida, tampoco, la brutal presión que ejerció Pérez Rubalcaba desde la ejecutiva regional, y sobre el mismo José Luis Rodríguez Zapatero, para arrancar de raíz el intento de Carme Chacón de promover unas primarias y optar a la candidatura presidencial del PSOE en las elecciones del pasado noviembre. Estos rasgos y actitudes rubalcanescas no parecen credenciales sólidas de voluntad de apertura y respeto al pluralismo, ni siquiera a las ambiciones ajenas. Pero el apoyo a Chacón, para estos militantes que le han dado la mayoría en Canarias, y particularmente en Tenerife, no se traduce ni en un acercamiento a López Aguilar ni en el interés por una variación sustancial en la estrategia política del PSC, pacto con CC incluido.
Juan Fernando López Aguilar, exsecretario general del PSC, no forma parte del núcleo duro del equipo de Carme Chacón, como en su día sí estuvo embarcado, casi desde el primer minuto, en Nueva Vía, la corriente que apoyó inicial y amicalmente la candidatura del semidesconocido Rodríguez Zapatero para el XXXV Congreso Federal. Los nombres clave del equipo político de Chacón son Francisco Caamaño, Josep Borrell, Cristina Narbona, Ana Concejo, María Luz Rodríguez, Francisca Baraza, Antonio Lucas y muy pocos más. López Aguilar no pinta absolutamente nada en este equipo: ni está ni se le espera. Tampoco en el de Pérez Rubalcaba, pero el exministro insistió mucho en su día en que López Aguilar tenía que ir Canarias para batirse el cobre en los comicios autonómicos de 2007 -ese espantoso exilio- y ninguno de los dos lo olvida. Si las pituitarias de Pérez Rubalcaba son especialmente sensibles ante la ambición de terceros puede imaginarse el hervor de su nariz cuando se le acerca el eurodiputado canario.

La cariátide de Chacón en Canarias es, sobre todo, Patricia Hernández, que coqueteó con los afines a Santiago Pérez en el otoño de 2012, con ocasión de las primarias para elegir el candidato presidencial socialista, y que José Miguel Pérez ganó rotundamente. Hernández, sin embargo, no dio el paso final, y optó por desaparecer discretamente en su escaño senatorial, para reactivarse con ocasión de la confección de las listas al Congreso de los Diputados. Si Patricia Hernández obtuvo el apoyo suficiente para encaramarse al segundo puesto de la lista a la Cámara Baja no fue exclusivamente gracias a Juventudes Socialistas. Agrupaciones dirigidas por aparatistas tan recalcitrantes -aparatistas de sí mismos-como Javier Abreu también lo hicieron posible. Hernández se ha consagrado así como una brillante tacticista que, en el peor de los casos, tendrá tres años por delante para reconstruir sus relaciones con una dirección comandada por Alfredo Pérez Rubalcaba. Si en cambio gana Chacón está destinada a un papel relevante en la reconstrucción del PSOE de Tenerife. En todo caso Patricia Hernández no representa -nunca lo ha hecho – ninguna disidencia o disonancia relevante en el PSC: ni en Canarias ni frente a Madrid.

Ni Pérez Rubalcaba ni Carme Chacón cuestionarían en ningún caso la alianza gubernamental del PSC con Coalición Canaria. La propia Chacón ha confirmado su decidida apuesta por la continuidad de los socialistas canarios en el gobierno regional a Paulino Rivero, en una conversación telefónica que nadie ha desmentido. En un contexto nacional como el actual, que el PSOE facilitara la llegara al poder autonómico del PP resulta inconcebible. Y tampoco es creíble, si Chacón llega a la Secretaria General del PSOE, que se proceda a una operación para liquidar a José Miguel Pérez, debilitando aun más la fragilidad interna de una organización política a la que, curiosamente, su importante cuota de poder autonómico no le está sirviendo para cerrar heridas y desconfianzas intramuros, no se diga como acicate para revitalizar su imagen. El PSC en Canarias llega al Gobierno autonómico después de 18 años de travesía por el desierto pero seis meses más tarde sigue siendo un partido postrado, ceniciento, descoyuntado. El silente y agorafóbico José Miguel Pérez no entusiasma a nadie. Ni siquiera a su propio comité ejecutivo. Con toda seguridad el quedo aliento juanfernandista intentará presentar un candidato alternativo en el próximo Congreso Regional, y los dedos y las miradas señalan al senador Arcadio Díaz Tejera.
Pero todo puede resolverse antes si gana Chacón -una dirección regional ampliamente renovada y negociada- o resolverse después si gana Pérez Rubalcaba -una dirección regional que separa reconstruir con mesurada generosidad la organización del partido en Tenerife, El Hierro, Santa Cruz o Las Palmas.

Se observará que no se ha hablado aquí nada de estrategia política, identidad ideológica, opciones programáticas o reformas organizativas por parte de los candidatos y sus respectivos simpatizantes canarios. Solo hay una razón para no hacerlo, y es que ni Alfredo Pérez Rubalcaba ni Carme Chacón han ofrecido nada que, racionalmente, puede llamarse una agenda de cambios políticos, ideológicos, programáticos u organizativos para el PSOE. Dos gotas de agua para un partido que agoniza de sed de transformación y que a veces parece que ni lo sabe.