Me tiene fascinada la historia de una señora de Valencia que, para conseguir que continuaran las investigaciones sobre el tipo de diabetes que padece su hija, recaudó casi 8.000 euros a base de rifas, huchas solidarias y actos benéficos.

Así, el centro de investigación Príncipe Felipe podrá seguir contando, al menos tres meses más, con la investigadora que llevaba el proyecto. En cualquier otro país, algún responsable de Ciencia e Innovación saldría de su puesto aplastado por la vergüenza. Pero no aquí.

Aquí se mete la tijera con simpares alegría y ligereza en áreas tan sensibles como la ciencia, mientras Canal 9 (por seguir en Valencia) acumula 1.800 empleados a los que ahora se descubre que no se puede seguir pagando.

¿Qué será lo próximo que verán nuestros aterrados y resignados ojos? ¿La hartanga científica? ¿Una sábana gigantesca en la que, en combinación con la Lotería Nacional, se sorteen instrumentos de precisión (1 saco de probetas, 2 microscopios, 3 cromatógrafos y 5 ratas de laboratorio vivas) que nadie vaya a recoger? (¿Usted conoce a alguien que ganara una hartanga y la recogiera? Pues eso).

No estamos para dar lecciones en Canarias. El director de la Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Álvaro Argani, ha decidido renunciar a su puesto, porque con los hachazos que se avecinan no cree que se pueda hacer carrera de la Agencia.

Y se va lamentándolo, como deberíamos lamentar todos que nos haya tocado bregar con un país tan satisfechamente ciego y cazurro para según qué cosas.