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Tiempos de exorcismo

Dicen que lo vieron probándose el clergyman, pero respondió que era para Carnavales. Pero al alcalde José Manuel Bermúdez le pueden las ganas de meterse en el papel del sacerdote Damien Karras y acabar de una vez, antes de arder, en el infierno de la oposición. Sabe que, para llevar a cabo el exorcismo, necesita ayuda.

El primero que se apunte

Lo normal sería que el progenitor de la criatura, Julio Pérez, se aviniera a razones, pero es lo que tiene la relación filial (entre este Pérez y José Miguel Pérez, se entiende). Para convencerlo de la necesidad de sacar el demonio de ese cuerpo, dicen que el padre Karras intentó bendecir la agrupación santacrucera del PSC con el documento que recoge el pacto de gobierno entre Coalición y los socialistas, pero una mayoría furibunda claramente abducida no sólo le prendió fuego, sino que de paso derrotó a la plancha de Pérez&Pérez con vistas al congreso. “Otro claro mensaje desde el Averno”, pensó.

La tentación tiene nombre de mujer, oiga

Cuando compró su disfraz, Bermúdez también adquirió para Julio Pérez el del padre Lankester Merrin, a la espera de que, como pasa en la película, al personaje clave para el exorcismo lo lance el demonio por la ventana durante el trance y dos por el precio de uno. Pero la tentación tiene, además de cuerpo de mujer, tantos votos que basta con cederle el sillón para que demonio, endemoniado y padre del endemoniado se vayan todos juntos a la oposición.

“¡Sal de ese cuerpo…!”

Cuando leyó lo del colegio La Salle en La Opinión, el padre Karras no pudo más y telefoneó al padre de la criatura para decirle: “¿Ves como no respeta nada, ni siquiera el colegio en que estudiaste? Decídete de una vez y grítale conmigo a nuestro concejal de Urbanismo: ¡Sal de una vez de ese cuerpo, Felipe, sal de una puñetera vez!”