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La pitaya se abre paso en Arico

Bernardo García, con una pitaya roja en su mano, en el invernadero de su empresa familiar situado en el barrio de Las Eras (Arico). / DA

VICENTE PÉREZ | Arico

La flor de la pitaya, un cactus subtropical, se abre solo unas horas, tras el ocaso, y se cierra para siempre después del amanecer. Por eso la llaman la Reina de la noche. Si es polinizada en ese fugaz esplendor, antes de 50 días dará un fruto exquisito por el que suspiran en muchos países europeos. Bernardo García, ingeniero agrícola con finca en Arico, no se lo pensó dos veces cuando, hace tres años, el Cabildo le planteó ensayar el cultivo de esta planta trepadora (también llamada pitahaya) procedente de Centroamérica y usada hasta ahora en jardines de la Isla.

El declive del tomate ha llevado a muchos agricultores a abandonar las explotaciones, y a otros a intentar probar suerte con nuevos productos más rentables. Y la pitaya roja (Hylocerus spp.) tiene futuro en Canarias, pues consume poca agua (entre 5 y 10 litros por planta a la semana), solo tiene un parásito, el pulgón (se puede combatir sin pesticidas, lavando la fruta con agua y jabón) y se aclimata bien en invernaderos situados en la costa (hasta 200 metros en el Norte y 300 en el Sur). Pero además, para los consumidores europeos, esta planta puede resultar mucho más barata importada de Canarias, porque hasta ahora se trae en avión desde países subtropicales (como Vietnam o Tailandia), con el sobrecoste que eso supone, dado que la fruta debe recogerse madura en la planta y ser llevada antes de cinco días a los puntos de venta.

La cultivada en Canarias podría transportarse en barco, más barato que el avión, en apenas un día y medio hasta Cádiz, y de allí al resto del continente en horas.

El pasado año, Bernardo García recogió su primera cosecha en un invernadero de 5.000 metros cuadrados, que se vendió a 2,5 euros el kilo a través de la empresa pública Gestión del Medio Rural de Canarias, y ahora se propone aumentar superficie de la plantación hasta los 27.000 metros cuadrados.

Clemente Méndez, técnico del Cabildo especializado en cultivos subtropicales, considera que la pitaya es una interesante alternativa, pero no como cultivo único para grandes explotaciones, porque se necesitaría contratar personal para solo unos días al mes y a unas horas concretas, cuando florece y cuando se recoge la cosecha; pero sí para fincas con varios cultivos en los que emplear el resto del tiempo al personal. “Otra cosa son las explotaciones familiares, donde la pitaya sí es rentable” como monocultivo, explica, mientras visita con DIARIO DE AVISOS los invernaderos de Veraday, SL, la empresa familiar de Bernardo.

El Cabildo insular hizo el primer ensayo entre 2005 y 2010, a raíz de una propuesta de Víctor Galán Saúco, del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), con cuatro especies-variedades de Guatemala y cuatro de la isla de Reunión, de las que se seleccionaron cuatro clases para configurar la más sabrosa, de fruto violeta, y la más productiva.

En enero de 2010 comenzó la segunda fase, en la que el Cabildo sigue al milímetro la evolución de esta finca en Las Eras para conocer el coste de producción de la pitaya y promover su implantación en la Isla.

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Reina de la Noche

La flor dura solo unas horas. Eclosiona de noche entre mayo y noviembre, y por oleadas. La planta necesita calor, al ser su hábitat las selvas subtropicales, desde el sur de México a Colombia, pero no se puede exponer a la luz del sol directa, por lo que debe cultivarse en invernaderos o zonas umbrosas, en la costa. Son flores alógamas, es decir, solo pueden ser polinizadas por polen de otras especies del género Hylocerus spp, un proceso que necesita de la mano humana, porque los insectos polinizadores -como las abejas- no vuelan de noche. Sobre sus propiedades alimenticias, cabe destacar que contiene captina, una sustancia buena para el corazón, y sus semillas (hasta 8.000 por pieza) producen un ligero efecto laxante.

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