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La pobreza y el hambre > Fernando Fernández

Se bien que la prudencia aconseja no hablar cuando uno se siente indignado, pero hay ocasiones en que no es posible callar y esta es una de ellas. Indignación que me produjo ver días atrás en estas páginas la foto de una anciana junto a un contenedor de basuras, tratando de encontrar algo de valor para aliviar su situación de penuria. Una imagen que ya conocí en Argentina en los tristes años del corralito. El mismo día, junto a la noticia anterior, se informaba que la antigua estación de guaguas en Puerto de La Cruz se ha convertido en lugar de refugio para algunos vagabundos sin techo. Estas noticias se suman a otras publicadas, como el brote de sarna detectado en el Hospital Febles Campos que afectó a algunos enfermos y a los familiares de algunos trabajadores del citado centro asistencial. La única responsable (de alguna manera debo calificarla) que ha hablado de este tema lo hizo para decir que este centro sanitario “no debe ser el único sitio en Tenerife donde haya sarna, ya que el tratamiento estaba agotado en todas las farmacias cuando se solicitó para este caso”. No he escuchado una sola palabra de alguna autoridad relevante sobre la situación de pobreza que según Cáritas Diocesana afecta ya a un tercio de la población canaria. Hasta cuando esto escribo, no se ha conocido la dimisión de nadie. El presidente del gobierno canario, Paulino Rivero, sigue hablando de la buena evolución del sector turístico y anunciando nuestra salida de la crisis; y el presidente del Cabildo tinerfeño sigue enredado en líos con sus propios compañeros de partido en el gobierno autónomo, a propósito de no se qué relacionado con la gestión del Parque Nacional del Teide.

Desde 1994 y hasta hoy mismo me ocupo de temas relacionados con la pobreza en el mundo, sobre lo que he escrito algo, incluido un libro y numerosos informes para organismos y foros internacionales. Afirmo que sobre la naturaleza de la pobreza y sus causas se sabe casi todo; no tanto sobre sus soluciones y, sobre todo, como poner en práctica esas soluciones. Sobre ello hablaré otro día. Pero existen algunas certezas. La primera y más importante, que el hambre es la manifestación primaria y más visible de la pobreza. Otra, que según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) cada día mueren 25.000 personas víctimas del hambre y el 90 por ciento de ellos son niños. Y otra, referida a Canarias, que a 31 de diciembre pasado, el PIB (Producto Interior Bruto) canario se ha reducido un 4,5 por ciento entre 2008 y 2010 y por lo menos un punto porcentual más a fecha de hoy. Para los no iniciados, diré que el PIB es un indicador que mide el bienestar de una sociedad, es decir, su riqueza; o su pobreza, para mejor decir en nuestro caso. Entre 2000 y hoy nos hemos empobrecido 10 puntos porcentuales con respecto al resto de España y al conjunto de las regiones europeas, como he escrito meses atrás y confirman los tristes hechos que acabamos de conocer gracias a Cáritas.

Hablo de datos, esto no es una opinión, y los datos no son discutibles; sirven para ser analizados y extraer consecuencias. Si como dijo Henry Kissinger, hacer política es analizar el presente para detectar los problemas y adelantar sus soluciones para el futuro, la pregunta y la conclusión es obligada: ¿Hay alguien aquí que haga política? A la vista está que tenemos políticos, pero seguramente estamos sobrados de politiquería, que es cosa bien distinta.