nombre y apellido >

Manuel Bethencourt > Luis Ortega

Humilde y sabio, cordial y tímido, repartió sus afanes entre la creación libre y la docencia y, por honestidad y coherencia jamás cayó en la cansina liturgia provinciana del yomimeconmigo. Desde cualquier punto de vista Canarias desperdició su talento, cuando en los años de bonanza o en el arranque del malhadado septenio, que además de huero y recurrente en los beneficiarios, resultó gafe, se olvidó de su talento, acaso porque su dignidad le impidió el prosaico oficio de pedir por sí o por agente o comisionista interpuesto. Con esta ignorante ingratitud, las Islas -donde crecieron como hongos esculturas de pésima calidad, alegorías forzadas por amañados discretos y políticos simples o, a lo peor no tan tontos- perdieron una excelente oportunidad de enriquecimiento artístico y cayeron, una vez más, en el pozo de la vulgaridad. Manuel Bethencourt Santana (1933-2012) se inició en la escultura en su Gran Canaria natal, como alumno de Abraham Cárdenes y, más tarde, estudió la carrera de Bellas Artes en San Fernando de Madrid; posteriormente se doctoró por la Universidad de La Laguna y desempeñó, con reconocida solvencia, la cátedra de escultura de la facultad lagunera. Desde su primera exposición, una colectiva del Museo Canario en 1949, el artista grancanario realizó distintos proyectos públicos como el Atis Tirma del Parque Doramas, el severo retrato de Benito Pérez Galdós para el teatro de su nombre y un monumental homenaje al luchador el Faro de Maspalomas, mítico deportista de la posguerra que popularizó esta práctica vernácula. En Santa Cruz de Tenerife ejecutó el encargo de un monumento a la Gesta del 25 de julio (la victoria de la plaza sobre la escuadra de Horacio Nelson) que, por su mala ubicación -en la incierta confluencia del Puerto y la Ciudad- y falta de vigilancia se encuentra en deplorable estado de conservación, a tal punto que numerosas personas vinculadas al mundo de la cultura han solicitado su traslado a un lugar más digno y seguro que su actual emplazamiento. Académico de la Real de San Miguel Arcángel, Gran Premio de Roma en 1968, Premio Nacional en 1970, y Premio Canarias a las Bellas Artes en 2008, con su desaparición las islas pierden a un creador con una sólida voluntad de estilo y un espléndido dominio de todos los materiales, y quienes le conocimos a un amigo cordial, a un hombre sencillo que no necesitó de ningún discurso ni pretexto literario para justificar la potencia y expresividad de los trabajos que salían de su mente inquieta y sus manos hábiles.