opinión > Cristina Valido García

Nueva era > Cristina Valido García

Quizás aún no somos conscientes de la llegada de una nueva era que se inicia en un contexto de inseguridad económica, física y política. En la medida en que los mercados compran deuda de los países más perjudicados por la crisis económica van perdiendo su capacidad autogobierno con poco margen de actuación. En este nuevo contexto, el papel del Estado y sus gobernantes ya nunca será el mismo. Desde el inicio del siglo XX hemos vivido unos niveles de riqueza que poco antes éramos capaces de imaginar. Ahora nos toca recorrer el camino inverso con cotas de empobrecimiento cada vez más crecientes que nos llevan a un aumento de las desigualdades que nos hará vivir situaciones convulsas que gran parte de esta sociedad nunca antes conoció.

Con las últimas decisiones del recién estrenado gobierno del Partido Popular, vemos cada día más de cerca la posibilidad de retroceder en décadas la provisión pública para quienes más lo necesitan. No tardaremos mucho en ver los devastadores efectos de medidas económicas indiscriminadas, dictadas por los mercados y hasta hace poco demonizadas por quienes ahora las ponen en marcha. Resulta escandaloso que se escuden hoy en el desconocimiento que pretenden hacernos creer que tenían sobre la situación económica de este España y “donde dije digo ahora digo Diego”. Mintieron antes y mienten de nuevo.

La desigualdad económica acrecienta problemas de todo tipo, ya sea sanitarios, de seguridad, convivencia, etc. Quienes han de dirigir las políticas económicas tendrían que preocuparse más por la situación de los ciudadanos que por la de los bancos. Si en breve no se acompaña el discurso del ajuste obligado y los recortes inevitables con medidas y políticas que motiven la generación de empleo, ya pueden mercados y gobiernos despreocuparse de las entidades financieras y del déficit público, el único y más importante asunto que van a tener que abordar es el de las personas y su intolerancia a más promesas.

El movimiento social del 15M fue un conato de protesta pacífico que poco después, con el asombroso e injusto derrumbe de la socialdemocracia en tantos estados, ha llevado al poder a los mejores aliados del sistema financiero. Quienes más protestaron por la deriva a la desigualdad pidieron “no votar” y se coartaron asimismo la capacidad de cambiar las cosas. Estoy convencida de que tras los resultados de las últimas elecciones muchos de ellos ahora no harían lo mismo. El voto de esos millones de personas que decidieron no acudir a las urnas podría haber cambiado la situación y haber generado un nuevo panorama, dar voz a las minorías, acabar con el bipartidismo y constituir un Congreso radicalmente distinto al actual.

La cuestión más dolorosa para muchos hoy es que quienes están poniendo las condiciones en los foros macroeconómicos son personajes anónimos a los que nadie ha votado mientras que los quienes sí fueron elegidos en las urnas son los encargados de ejecutar en función de sus intereses, como peones de ajedrez, ajenos al debate crítico y reflexivo que exige la actual situación. En algún momento tendremos que determinar cómo organizarnos a partir de ahora. Si el modelo de Estado que tenemos no da respuesta a los problemas presentes, si la población lo siente ajeno y extraño, si no participa en él, habrá que hablar de alternativas, de nuevas estructuras en los partidos y en el sistema político que nos dimos hace ya tanto tiempo, en momentos que nada tienen que ver con la actualidad y que tendremos que adaptar a esta nueva era que demanda herramientas , procesos y procedimientos eficaces ante situaciones antes desconocidas y al parecer irresolubles con la organización actual.

Las últimas generaciones volcaron todo su esfuerzo en el rápido enriquecimiento, se obsesionaron por ocupar los empleos más rentables para alcanzar una ansiada independencia económica por encima de todo, desechando incluso otros puestos de trabajo otras posibilidades más enriquecedores en el ámbito personal con sueldo razonable, abandonando la formación. La vocación fue despreciada y las habilidades dirigidas a un único camino “donde ganar más y más rápido”. Hoy ya no importa ni que se gana, hoy millones de personas desean tener un lugar en el que ofrecer lo mejor de sí cada mañana, que les aporte compañeros e ilusión, un lugar en el que sentirse útiles y que además les ayude a evitar que se acumulen las facturas de un día a día muy caro para estos tiempos. Y es que todo cambió, queramos o no, ya estamos en una nueva era.

Cristina Valido García es Consejera insular del Área de Acción Social, Educación, Juventud, Igualdad, Cultura y Deportes