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Ocio y cultura para inyectar vida al barrio

ÁNGELES RIOBO | Santa Cruz de Tenerife

Cultura, ocio y deporte suelen ser las primeras víctimas de los recortes institucionales pero son, a su vez, los que mantienen con vida barrios como el de Santa María del Mar. Conscientes de ello, desde la asociación de vecinos Ciudad Satélite han movido cielo y tierra con el fin de que estas actividades no desaparezcan de su programa de ocio y cultura. Eso sí, ahora son los propios usuarios quienes deben abonar una cantidad mensual para seguir alguna de las variadas materias que se ofrecen en las instalaciones de la asociación.

La joven Rami Bacallado es monitora del taller de dibujo y pintura que se imparte a niños los sábados por la mañana y a adultos los viernes por la tarde. Ella reside en el vecino barrio de Añaza y se encuentra muy satisfecha de poder ejercer la actividad en Santa María. A pesar de que los alumnos han de pagar cuotas y su propio material, posee una media de 10 personas por clase. “La gente está muy contenta con estas clases que dan vida al barrio. Para mí poder transmitir mis conocimientos es una satisfacción enorme”.

Para los que no tienen buena brocha, pero sí buen oído, están pensadas las clases de folclore que imparte a unas 30 personas los jueves de 5 a 9 Héctor Cozzi. “Yo no soy de este barrio, pero como si lo fuera”, explica el profesor, que lleva más de 10 años mostrando los secretos de los instrumentos de cuerda de la música tradicional canaria. Por un precio módico, unos 30 euros al mes, los alumnos pueden asistir a estas clases que se imparten en cuatro grupos de siete.

“Lo ideal es que en todos los barrios de Santa Cruz hubiera una actividad como esta promovida por Cultura”, subraya el músico, quien destaca que sus alumnos, adultos y niños mayores de 8 años, están contentos porque van aprendiendo”. Gospel, bisutería, y baile moderno son otras de las actividades que se imparten en la asociación de vecinos de Santa María del Mar.

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Pintar los bloques

Los cincuenta que conforman el barrio santacrucero de Santa María del Mar comienzan a tener, a duras penas, mejor cara. En pie desde 1965, los edificios se sometieron a un embellecimiento en 1984 gracias a la ayuda del Gobierno de Canarias, el Ayuntamiento y 1.500 pesetas que aportó cada uno de los 536 propietarios.

Hoy, 28 años después del último pintado, puede apreciarse que los bloques necesitan, como mínimo, otra mano de pintura. Desconchones, clareas y problemas en algunas tuberías son los principales defectos que acusan las infraestructuras, pero la derrama ha aumentado exponencialmente. Cada vecino se enfrentan al pago de 1.200 euros, que no todos pueden afrontar.

Los propietarios de algunas viviendas ya han podido acometer el pintado de los bloques, lo que ofrece al barrio una cara muy dispar. Mientras que a la mayoría le falta el arreglo y presenta un aspecto bastante deteriorado, otros -los menos-, tras la reforma, parecen pisos prácticamente nuevos y a los que nadie echaría 47 años.

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