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Otra > Francisco Pomares

En un patio de Monipodio tan poco dado a las novedades como el nuestro, donde de lo único que se habla es de la gravedad de la situación económica, las ocurrencias de Benito Codina (portavoz del partido de Nacho González) tienen sin duda su interés y predicamento. Después de sorprendernos con las muy sabrosas cuentas del negocio petrolífero que aún no es, Codina se ha descolgado con la petición de que el Gobierno se decida por suprimir la Policía Canaria.

Comparto absolutamente la conveniencia (y oportunidad) de cerrar ya la Policía Autonómica, no sólo porque es un gasto superfluo e inútil, un capricho caro que resulta indecente en estos tiempos de austeridad y estrecheces obligadas, sino también porque a este paso, con las continuas renuncias de sus efectivos iniciales, la volcánica guanchancha se va a quedar vacía y a oscuras, cuando el último que se vaya apague la luz. Aplausos, pues, para la iniciativa de Codina y el Centro Canario, aunque no deja de sorprenderme la habilidad de los seguidores de Nacho González para bordar el encaje de esa difícil práctica política que consiste en estar al mismo tiempo en Misa y repicando campanas.

La última vez que el Centro Canario participó directamente en unas elecciones, sus resultados no se correspondieron con el gasto realizado por sus promotores en la campaña con más recursos -y más imaginación, hay que decir también- que se recuerde en las Islas. A pesar de la enormidad del esfuerzo, apenas lograron unos cuantos concejales. Nacho González debió entender entonces que la clave no estaba en meter más dinero en las elecciones, sino en colocarse como decoración en los partidos tradicionales. Engañó a Rivero sin mucho esfuerzo, en un momento en el que Rivero necesitaba los votos que creía tenía el CCN, y consiguió ser elegido diputado regional, y colar también a alguno de los suyos. Después volvió a engañar a Rivero pasándose con armas y equipo al PP, a cuya sombra es evidente que se encuentra mucho más cómodo.

En puridad, Nacho y los suyos están pidiendo a gritos que Coalición los expulse ya de su grupo parlamentario, quizá para poder hacer la ola al PP sin más ataduras ni molestias. Resulta patético que en Coalición aguanten sin reacción alguna los desplantes cada día más osados de sus medio socios. Me pregunto por qué no los han echado ya. Y no se me ocurre ninguna respuesta.