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Qué sorpresa > Alfonso González Jerez

El viceconsejero de Cultura y Deportes del Gobierno autonómico, Alberto Delgado, ha anunciado que no piensa dimitir. Tal vez recuerde el respetable que, con ocasión de los brutales recortes financieros a los que se sometieron las políticas culturales y deportivas en el proyecto de presupuestos generales para 2012, Delgado llegó a insinuar que se marcharía. Se cogió un disgusto tan fuerte que el gin tonic no le sabía a nada. Pero pasadas las fiestas navideñas, y después de recolocar un milloncejo de euros para las actividades culturales (a los deportistas y clubes deportivos canarios que les parta un rayo) Delgado ya no se encuentra a disgusto. Sin embargo, la principal razón por la que ha decidido no separar los sacrificados glúteos de la poltrona no es personal. Básicamente Delgado ha decidido continuar porque el sector de lo ha pedido. Sí, como lo oyen ustedes: el sector se lo ha pedido. Incluso se lo ha demandado, según el propio viceconsejero, el celebérrimo gabinete de crisis que artistas, empresarios y gestores culturales organizaron para coordinar las protestas contra los recortes presupuestarios. De manera que un sector, y sus componentes más batalladores, le suplican al mismo viceconsejero que ratifica unos presupuestos misérrimos, unos presupuestos capaces de arruinar cualquier conato de política cultural, que no dimita, por el amor de Dios o de Paulino. En su modestia Alberto Delgado no explicita las razones de empresarios y gestores culturales para que no se marche. Debe ser por su innata simpatía. Por las divertidas e interminables sobremesas que sabe presidir en restaurantes de cinco tenedores. Por sus profundos conocimientos jazzísticos. Por el bulto elefantiásico que hace en las inauguraciones de exposiciones plásticas. Por haberse afeitado el bigote. Vaya usted a saber.

Delgado nos brinda otro descubrimiento asombroso: él no hace los presupuestos de su departamento. No es que la Consejería de Economía y Hacienda le imponga un techo de gasto y Delgado y su equipo diseñen la estructura presupuestaria de la Viceconsejería de Cultura, no. Es que simplemente él no tiene nada que ver con los presupuestos, criatura. Si lo dejaran, nos advierte con una ejemplar sinceridad, metería la pata o la panza: lo mejor de reconocerse irresponsable es que te descargas de cualquier prejuicio para practicar el cinismo. Ya en su día Delgado repitió a menudo que él no era político. Ahora sabemos que tampoco tiene intervención alguna en los presupuestos que maneja. Alberto Delgado es esencialmente un espíritu que alienta los corazones y las subvenciones. El espíritu de una época y un pueblo. La rotunda encarnación de un Volkgeist cambullonero que ha convertido en manuscritos miniados los gastos de representación. Alberto Delgado sigue para consuelo de artistas y empresarios, sobre todo, en el sector de la restauración.