la claqueta > fran domínguez

Sherlock para rato

Robert Downey Jr., Jude Law y Noomi Rapace

El revitalizado Sherlock Holmes parece que va a tener cuerda para mucho tiempo (además, con la inestimable ayuda de una miniserie que en España emite Antena 3). El director británico Guy Ritchie mantiene en su segunda entrega sobre el personaje la recién renovada pujanza cinematográfica del celebérrimo detective nacido de la ingeniosa y prolífica mente de Arthur Conan Doyle, que aún sigue suscitando interés, con lo cual no hace falta ningún método deductivo para inferir que la franquicia ya tiene garantizada la continuidad (al menos, otra cinta más).

Guy Ritchie (Snatch: cerdos y diamantes, Rocknrolla) no se ha estrujado mucho la sesera que digamos (para qué, si la fórmula funciona) y se ha limitado a viajar por las mismas aguas del primer filme, contando prácticamente con el mismo elenco de actores, más la aportación de Jared Harris, en la piel del siempre siniestro e inquietante profesor Moriarty; de Stephen Fry, al que le va que ni pintado su flemático papel de Mycroft Holmes, el excéntrico y misógino hermano mayor del susodicho; y la de Noomi Rapace, quien abandona su rol de hacker inconformista y mala leche de su convincente Lisbeth Salander para convertirse en una misteriosa gitana.

Con estos pertrechos, el realizador londinense ha sabido armar una buena historia, de mayor complejidad narrativa que la anterior, que atrapa al espectador desde el primer instante, y aunque quizás peque en algunos momentos de cierto ralentí, se remata con un brillantísimo final.

En esta parte de la saga, subtitulada Juego de sombras, la acción gana enteros por su mera proyección fuera de la gris Inglaterra victoriana, con un pequeño periplo por Francia, Alemania y Suiza, y en la que el histrionismo que aporta Robert Downey Jr a Sherlock Holmes, tal vez más fiel al personaje original de lo que muchos piensan, y su contrapunto, Jude Law, otra vez en la piel del doctor Watson, vuelven a sustentar una película donde la pegadiza musiquita de Hans Zimmer apuntala su camino para erigirse en todo un clásico.