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Un puente solidario

Puentes con Camboya, a diferencia de otras organizaciones no gubernamentales, entiende la cooperación como un “enriquecimiento mutuo”. / DA

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

Juan Carlos, María, Sonia, Ángeles y algunos amigos más viajaron hace dos años, casi por casualidad, a un país que hasta entonces era un auténtico desconocido para todos ellos: Camboya. Allí, además de la belleza natural y los increíbles templos selváticos de Angkor, descubrieron una realidad mucho más cruda, la de miles de familias que luchan por sobrevivir con menos de 30 dólares al mes.

De vuelta a casa, conmovidos por lo que vieron y sintieron, los cuatro jóvenes tinerfeños decidieron embarcarse en un proyecto que, después de meses de trabajo, verá la luz el próximo martes, cuando será presentada en el Café 7 de La Laguna: la ONG Puentes con Camboya.

Sin financiación externa, con solo media docena de socios y tres pequeños proyectos todavía por desarrollar, la organización tiene como objetivos sensibilizar a la ciudadanía sobre la realidad social, económica y cultural del país asiático, potenciando especialmente las relaciones interculturales; además, informará a potenciales cooperantes, colaboradores y donantes sobre la realidad de las asociaciones y ONG que desarrollan proyectos en Camboya; y apoyará material y socialmente proyectos de cooperación y desarrollo, que incorporan la perspectiva de género y la igualdad de oportunidades. “Todos los que promovemos Puentes con Camboya hemos tenido relación más o menos directa con el ámbito de la cooperación”, explica Juan Carlos Sosvilla, quien junto a su pareja, María Socas, estuvieron hace unos años en Perú colaborando con otro proyecto social.

A través de un amigo, Fernando Abreu, un icodense casado con una joven camboyana que reside desde hace cinco años en Siem Reap -la localidad que alberga los monumentales templos de Angkor-, los jóvenes tinerfeños quedaron impresionados por la “calidad humana” de los camboyanos, “su actitud ante la vida y ante la dureza de sus circunstancias cotidianas”, consecuencia del atroz genocidio llevado a cabo por los jemeres rojos en la década de los 80.

“Nos sorprendió la facilidad con la que se montaba una organización con niños camboyanos como reclamo, provenientes de zonas muy pobres, amputados por las minas antipersona, sin apenas control gubernamental”, subraya Juan Carlos Sosvilla, quien junto a Ángeles Delgado y Sonia López conforman el germen de la asociación.

Juan Carlos y Sonia son dos de los propulsores de la ONG Puentes con Camboya. / DA

Vehículo de desarrollo

Puentes con Camboya, a diferencia de otras organizaciones no gubernamentales, entiende la cooperación como un “enriquecimiento mutuo” y una herramienta que pueda “capacitar a hombres y mujeres como gestores de su propio desarrollo”.

“Nos preocupa especialmente la influencia que el turismo que tiene supuestas intenciones altruistas está provocando en muchas comunidades del país. Por ejemplo, podemos pensar que los orfanatos son la solución para muchos niños de Camboya, porque atraen con facilidad recursos, pero en realidad algunas de estas actuaciones promocionan y perpetúan una ruptura innecesaria de familias sin recursos, a las que utilizan muchos dueños de estos orfanatos, que en algunos casos trafican con seres humanos”, recalca Juan Carlos Sosvilla, cuya ONG colabora activamente con Concert, una organización dedicada al turismo responsable, que conecta a todo aquel que lo desea con ONG y entidades de ayuda y cooperación en el país asiático.