a babor >

Una historia de cuernos > Francisco Pomares

Se puede decir de Ignacio González (hijo) casi de todo, menos que no tenga olfato. En los últimos meses parece habérsele agudizado en extremo, y anda el hombre demostrando una capacidad para adelantarse a los acontecimientos que confirma su innata capacidad para la política entendida como juego de poderes.

Su decisión de dimitir como portavoz adjunto del grupo parlamentario nacionalista, anunciada ayer muy de mañana, es una demostración más de esa capacidad suya para el culebreo.

Lo que ha hecho Nacho González es volver a quitarle a Coalición la iniciativa, adelantándose a su cantado cese cantado como portavoz adjunto del grupo. Ese cese iba a ser la medida y ponderada respuesta de Coalición el último episodio de cuestionamiento de las políticas nacionalistas por parte del partido de Nacho, en unas declaraciones de Benito Codina pidiendo la desaparición del inútil capricho que es la Policía Canaria.

Tras las declaraciones de Codina, consideradas delito de lesa patria por Rivero, José Miguel Barragán ya había insinuado que el cese podría producirse. Pero tendría Barragán que correr muy mucho para sorprender a su todavía diputado.

Y es que Nacho González juega con ventaja: la participación del Centro Canario en las elecciones regionales y locales bajo el paraguas de Coalición, fue una decisión personal de Rivero, un error que despertó en su día reticencias, pero que a Rivero le servía para ocultar el fracaso coalicionero a la hora de cerrar filas con Nueva Canarias. Fue una apuesta muy arriesgada, sobre todo conociendo la capacidad de González para la maniobra.

Es cierto que esa capacidad no le habría sido tan útil para acercarse en las últimas elecciones al PP y cambiar de paraguas, si a Soria no le hubiera parecido una gran idea vacilarse de Rivero y reventar su acercamiento al centrismo. Soria pagó a González con dos actas en el Senado y con mimos y atenciones durante la campaña, logrando además que el acercamiento de Coalición a Nueva Canarias pudiera ser presentado como un nuevo giro a la izquierda de Rivero, ya identificado como zapaterista ante sus electores… Desde entonces lo de Nacho y Rivero se está convirtiendo en una historia de cuernos, en la que el marido se niega a aceptar que su señora himenea con otro, a pesar de la reiteración de las señales.

Conociendo a Rivero, me temo que esto acabará mal. O bien, según se mire.