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Visitas y escapadas > Rafael Muñoz Abad

La actualidad del continente africano en este inicio del año se nos presenta en forma de visitas. Algunas de ellas muy necesarias y otras que quizás no lo sean tanto. Dicta la norma no escrita que el entrante en la Moncloa debe estrenarse en materia internacional visitando Rabat. Consideración esta que me parece más que acertada en base a que si con alguien debemos construir unas relaciones sanas y serias es con el Reino de Marruecos; edificando una diplomacia que no se vertebre en el servilismo del gobierno saliente y su rebaño de de infaustos ministros de exteriores. Y es que los importantes intereses económicos de las empresas españolas en Marruecos; la significativa comunidad marroquí que en España reside; la innegociable soberanía de las plazas de Ceuta y Melilla; las licencias pesqueras; la dura competencia que supone la huerta marroquí para nuestro campo; y la espinosa cuestión del Sahara occidental, así lo requieren.

En jerarquía, destaco la curiosa visita de la delegación de Gambia al archipiélago canario. Una estrecha, desconocida, discreta y tranquila franja de tierra anglófona en medio del África francófona. Gambia y su estabilidad pueden representar otra interesante plataforma para la inversión del tejido empresarial insular.
Un mercado que amplíe el habitual horizonte comercial focalizado en Cabo Verde, Mauritania, Marruecos y Senegal. Despachos a parte, ¿qué viene cocinando el señor José Bono en sus visitas a Guinea Ecuatorial?

Los viajes extraoficiales de este siniestro señor a la excolonia española son justificados por parte del aparato político socialista, como una muestra de pabellón ante la creciente sombra de los intereses estadounidenses y franceses en la zona. La coartada sería más que digna si no fuese porque Guinea es la finca de Obiang. Un megalómano en la mejor estirpe de los Amín, Mobutu o Taylor. Y es que la doble moral del gobierno saliente para con algunos personajes del estilo Gadafi u Obiang es realmente vergonzosa.

En la foto de la última escapada del señorito castellano a Malabo [donde caballos no hay muchos] aparece retratado con el dictador Obiang, que luce un sombrero panamá; recordándome la estampa aquellas instantáneas donde el sátrapa africano de turno conversaba con algún pez gordo de la CIA. Vaya sucesor habría tenido el señor Kissinger en la figura de Bono y su innegable habilidad para, a pesar de su silueta Botero, ofrecer siempre un discreto perfil.

No seré yo quien ponga en liza lo ético y lo moral de invertir en Guinea; pero con lo que en absoluto no comulgo es que aquel que presume de haber sido el sereno de la democracia portando las llaves del Congreso, se torne ahora en cicerone y padrino de aquellos que bajo el beneplácito de Obiang buscan fortuna en el Kuwait de África.

Y es que arropados por las veleidosas sabanas de las “supuestas” ideologías, la codicia genera extraños compañeros de lecho. Centro de estudios africanos de la ULL

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