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Antes y después de la Unipol > Ángel Llanos Castro

La calidad de la seguridad ciudadana no tiene precio. La reducción de los índices de delitos y faltas, así como el incremento de la sensación de seguridad en la población, son objetivos imprescindibles en cualquier gobierno contemporáneo. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado son los competentes en materia de seguridad, pero los ciudadanos demandan desde hace una década cada vez más actividad en esta materia por parte de los Cuerpos de la Policía Local, que lejos de limitarse a poner multas y dirigir el tráfico, tienen una labor fundamental al respecto.

La Policía Local de Santa Cruz de Tenerife ha sido pieza clave a la hora de poner orden en la lucha contra la delincuencia, y especialmente su Unidad de Intervención Policial (Unipol), cuya puesta en marcha fue uno de los mayores aciertos del anterior alcalde.

En los primeros años, la Unipol generó un cierto rechazo entre una parte de la población (probablemente, entre los malos); aunque quizás no tanto por la necesaria firmeza de sus actuaciones en un momento en el que la situación comenzaba a desmadrarse, sino por su imagen corporativa que, junto a la preparación física de sus miembros y la alta calidad del equipamiento técnico, animaba a no delinquir y a respetar a la autoridad (el respeto, algo que habrá que volver a recuperar desde las aulas).

Quienes han tenido la oportunidad de acompañar a los funcionarios de la Unipol durante su trabajo han comprobado cómo actúan preventivamente (no hay que esperar a que aumenten los delitos para poner los medios), el valor que aporta la información recabada por los policías sin uniforme, así como su contundencia controlada en situaciones de riesgo. Crear un cuerpo de esta naturaleza ha llevado años de trabajo: a la Administración, aportando recursos (lógicamente, su mayor dedicación y riesgo hay que pagarla); y a los propios trabajadores, formándose permanentemente en criminología, rescate, defensa, armamento, estupefacientes o violencia machista, por ejemplo.

Es fácil creer que la seguridad es igual en el callejón del Combate, La Noria o Ifara, que en la barriada de La Victoria, García Escámez o Santa Clara. Y no lo es: basta con patearse los barrios cada semana durante unos añitos, para darse cuenta que hay un antes y un después de la Unipol.

Y que los santacruceros no quieren reorientar la actividad que ha venido desempeñando, porque se correría el riesgo de tener que volver a empezar.

*Exportavoz del PP en el Cabildo de Tenerife y en el Ayuntamiento de Santa Cruz