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Que las tesis del PP en la oposición resultan sospechosas, hoy ya nadie lo duda. Como muy poca gente con raciocinio duda de que el PP tuviera plan alguno antes de ganar las últimas elecciones por mayoría absoluta. Porque todo lo hecho hasta ahora por el gobierno del PP apunta más a improvisación y a tender el puente de gracia hacia las exigencias de la Alemania de Angela Merkel que a cautela alguna. No es extraño, por tanto, que un subterfugio mediocre se repita: el PSOE dejó el país hecho unos trapos y por eso actúa el PP como actúa, no cual dijo que iba a actuar. De ahí las medidas del gobierno por las cuales los dirigentes del PP no sólo se contradicen sino que mienten como bellacos.

La trama singular de semejante historia reduce el asunto a dos condiciones lastimeras. Una: el PSOE ve condicionado su papel como oposición. Es de prever, pues, que algún dirigente del PSOE en el Congreso de los Diputados alguna vez le pregunte a don Mariano Rajoy si van a permitirles ejercer tal papel o si, por el bien de la médula democrática del PP, han de abandonar el Parlamento hasta nuevas elecciones. Dado lo que acontece en cada sesión, no sería raro que el PSOE se viera forzado justamente a eso, a abandonar la sala cada vez que un parlamentario del PP toma la palabra para de ese modo dar paso a que el partido ganador actúe como gobierno y oposición al mismo tiempo, ayudado muy de cerca por CiU y UPN.

La segunda cuestión que manifiesta el PP que ahora gobierna es la ideologización de la acción pública y con ello el retroceso en las iniciativas sociales y legislativas de los anteriores gobiernos. Así, la ley del aborto es llevada a lo acaecido en los años 80 y la reforma laboral desanda las relaciones entre patronal y trabajadores más de un siglo. Cual ocurrió con el juramento de los cargos, al PP en el gobierno no le va a importar abrir y horadar la fractura entre los españoles y llevarnos hasta tiempos inmemoriales.

Pero eso no es todo lo que ocurre, queda otra cosa a la vez esencial: Europa. Pongamos que Europa sea en estos momentos lo que representa una dirigente que se llama Angela Merkel. Angela Merkel concurrirá a las elecciones en 2013 y Angela Merkel perderá las elecciones en 2013. Eso lo sabe Angela Merkel y por eso actúa en Europa como actúa. Es decir, el papel que Angela Merkel otorga a Europa tiene que ver más con su estrategia electoral que con Europa. Así se juzgan las actitudes tomadas ante la crisis financiera o ante lo acaecido en Grecia, Portugal, Italia o España. De donde surge la pregunta: ¿cuál es el valor del voto en la nueva Europa? Más aún, ¿el valor del voto en la nueva Europa sólo ha de atender al desarrollo y las minutas económicas de Alemania y no a eso que Europa debiera defender con uñas y con dientes que es la calidad de la democracia? Cuando se vuelven los ojos hacia la actual España, y visto lo visto por la subida de impuestos, la reforma laboral o que ahora ETA sea un problema político, uno se pregunta por qué apuestan Rajoy y los suyos, si por el valor del voto de los ciudadanos de España (todos los votos) o por los excusas que se nos han impuesto. Porque el asunto es así de contundente: Europa y el valor del voto de los ciudadanos europeos y España y el valor del voto de los ciudadanos de España a los que un partido político desveló un programa electoral que ahora desmiente.

Pongamos, entonces, las cosas en su valor. Primero: por la actuación de gobierno del PP, España camina hacia la tercera división. Punto supremo de semejante gesto es la reforma laboral, que fundamentalmente atiende a las grandes empresas españolas. Con ello dos elementos a considerar: uno (como ocurrió con el liberalismo económico y de ahí las consecuencias), se suspende la tutela del Estado en las relaciones laborales; dos, es previsible una caída de los salarios hasta un 30%. Segundo, el retroceso dicho puede traernos sorpresas poco agradables. Y dada la calidad de la democracia que manifiesta el PP, no se dude de que todas esas enmiendas las encontraremos sin excepción en el Boletín Oficial del Estado.

Gobierno del PP frente a los ciudadanos de este país y a la oposición. De donde, cual ocurrió en la época de Franco y recuerda el chiste de Woody Allen en la película sobre el dictador, para que sean efectivas las imposiciones hemos de pasar los controles oportunos en el patio de las empresas, en los colegios o en las universidades.

Porque los nuevos tiempos no serán efectivos si no se hacen cumplir escrupulosamente los mandatos. Esas tenemos, a las puertas de una dicha sustancial, cual paraíso que ya se vislumbra por el gobierno del PP, y que el antedicho Boletín Oficial del Estado manifiesta con una redacción impecable.