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Crisis del PSOE, crisis de la izquierda > Fernando Fernández

Dicen los psoelogos de los congresos del partido que se sabe como comienzan pero no como terminan. Así ha sido desde la dimisión de Felipe en el 79 después de un áspero debate sobre el marxismo, hasta la irrupción de Borrell y Zapatero más recientemente. El último, publicitado generosamente en RNE y TVE, no ha sido una excepción. Rubalcaba, que partía como favorito, vio como Carme(n) pareció tomarle la delantera, para finalmente ganar en el último minuto por pocos votos. Lo que en cualquier partido hubiera sido calificado como una feroz lucha por el poder, los socialistas y su corifeos mediáticos dicen que ha sido un sano ejercicio de democracia interna y ahora Carmen vuelve a ser Carme. Pero las facas afiladas destellaban en la oscuridad de la noche sevillana y las consecuencias las veremos en los funerales que celebrarán cuando allí hablen las urnas. Mas allá de lugares comunes sobre la derecha, los ricos, apelaciones a la unidad y hasta a la Santa Sede, no hemos visto un debate de ideas para reconstruir el partido y dar a saber sus recetas para reanimar a sus votantes, ideas renovadoras para un partido desconcertado y sin proyecto. Como dijo la frustrada Carmen de España, no lo tiene fácil Rubalcaba y habrá que ver la reacción de los socialistas catalanes ante la nueva derrota de su candidata, un Zapatero con faldas, en palabras del socialista Ibarra. Sin ración de poder para repartir, del que apenas disfrutan en algunas ciudades y pueblos, tiene por delante una dura travesía del desierto. Con todo, creo que su triunfo ha sido lo mejor para el PSOE y para España. El problema al que se enfrentan los socialistas es el de la crisis de la socialdemocracia europea. Con Zapatero obtuvo 2 victorias engañosas al precio de convertir a su partido en algo distinto a sus señas identidad; radical, izquierdista, largocaballerista más que prietista, con una política económica errática y rompiendo todos los consensos alcanzados durante la Transición. Y Rubalcaba fue partícipe de tanto desafuero, que nos ha traído hasta donde ahora estamos.

Desde hace un mes se viene celebrando en la Real Sociedad Económica un ciclo Sobre lo público, en el que Manuel Álvarez de la Rosa expuso su visión sobre la socialdemocracia en el contexto de la actual crisis. Brillante como en él es habitual, terminó su intervención planteando una serie de preguntas en relación con el mantenimiento del Estado del Bienestar, tal como lo entiende la izquierda, para las que él no dio respuestas. Pero afirmó que el futuro de la socialdemocracia dependerá de la manera como sea capaz o no de darlas. ¿Cuales son sus recetas para mantener un estado del bienestar acorde con sus señas de identidad? Claro que es necesario tener una misma voz en toda España, tardío reconocimiento de que la habían perdido, pero necesitan mucho más para reencontrarse con sectores sociales que ahora se sienten huérfanos de representatividad, porque los comunistas y Rosa Díez no son una opción para ellos. Rubalcaba no debería enredarse en una oposición frontal a un Gobierno que tiene una cómoda mayoría absoluta y que, en términos de aritmética parlamentaria, no necesita alcanzar pactos con la oposición. Somos nosotros, los ciudadanos, quienes reclamamos esos acuerdos imprescindibles para salir de la crisis y Rubalcaba así debería entenderlo. Una oposición firme, sin demagogias, con capacidad de pacto y sentido del Estado es, tal vez, el mejor servicio que podría prestar a su partido y a España.