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El hijo de un irlandés logró para Santa Cruz la capitalidad regional

Calle San Francisco, sobre el año 1895.- Foto: cedida por la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía de Canarias (FEDAC).- Autor: anónimo

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

El pasado 27 de enero Santa Cruz de Tenerife cumplió el 190 aniversario de su declaración, por el rey Fernando VII, como capital de las Islas Canarias. Fue ese día de 1822 cuando se promulgó el Decreto que establecía la división en provincias, tal y como disponía el artículo 11 de la Constitución. Apenas tres meses antes, el síndico del Ayuntamiento de Santa Cruz, José Murphy, comisionado por la Corporación para representarla en Madrid, informaba escuetamente del acuerdo que acababa de tomarse en las Cortes: “Tengo la satisfacción de comunicar a V.S. Iltma. que las Cortes Extraordinarias, en sesión de 19 del corriente, se han servido designar a esa Muy Noble, Leal e Invicta Villa, por Capital de las Islas Canarias”.

Según el cronista oficial de la capital tinerfeña, Luis Cola Benítez, “Murphy es, sin duda, el político de más talla de nuestro siglo XIX, que a pesar de no ser diputado en aquellas Cortes, supo desenvolverse en un ambiente desconocido, en algunos casos hostil, logrando apoyos en un ímprobo trabajo de diplomacia de pasillos y gestiones personales, para lo que ya era una realidad incuestionable”. Así, se promulgó la Ley que, respecto a Canarias, exponía: Canarias.- Población: 215.108 almas.-Diputados: tres. -Capital: Santa Cruz de Tenerife. Y siguió siendo capital del Archipiélago hasta 1927, cuando el Gobierno decretó su división en dos provincias. El investigador Juan Arencibia señala que el origen de esta proclamación se remonta a la declaración de “villa exenta”, un privilegio concedido por la Corona en 1803 como reconocimiento a la victoria del pueblo tinerfeño, con el general Gutiérrez al mando, sobre las fuerzas británicas de Nelson, en 1797. En cuanto a José Murphy, el artífice de la capitalidad regional hoy perdida, posee monumento y calle en Santa Cruz desde 1895. Nació en la ciudad chicharrera en 1774, hijo de un comerciante irlandés y de una grancanaria, también de origen irlandés. En 1802 fue elegido consiliario del Consulado del Mar y diputado por Santa Cruz. En 1806 era síndico personero y en 1808 formaba parte de la Junta Suprema de Tenerife. En 1821 fue elegido diputado a Cortes. En 1823 tuvo que exiliarse a Londres con motivo de la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, que reintegraban el absolutismo de Fernando VII. No regresó nunca a la Isla y murió en México.