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Francisca Molina > Luis Ortega

Manuel Pimentel fue un atípico y dimitido ministro de José María Aznar, empeñado en revelar los misterios de su tierra andalusí, ya sea el fascinante enigma de Tartessos, las variantes dialectales, las señas de una cultura diversa y los dramas, aún sin resolver de la historia contemporánea. Ahora, con el permiso de los familiares, el garrido intelectual que aborreció la política y es alma mater y director de la editorial alternativa Almuzara, rescató el texto de Eduardo Molina Fajardo (1914-1979), publicado por Plaza y Janés en 1983, en el que destacó un documento inédito que exculpa a Luis Rosales, el poeta de la Generación del 27, aunque siembra dudas sobre su hermano Miguel, en el turbio asunto del asesinato de Federico García Lorca. La relación atribuye la responsabilidad del crimen al gobernador y responsable militar de Granada, Valdés, factor de una desmedida represión que, en apenas tres meses -septiembre, octubre y noviembre de 1936- se cobró más de tres mil víctimas, muchos de cuyos cadáveres -como el del autor de Yerma- aún no han aparecido. Los últimos días de García Lorca pasó sin pena ni gloria hace casi tres décadas y despierta ahora un inusitado interés, acaso por las actuaciones realizadas al amparo de la Ley de la Memoria Histórica, que aún levanta ronchas en sectores integristas del país. La gentileza de un amigo rondeño, Miguel Reyes, me permitió contar con las dos ediciones, la primera con alguna anotación de ese extraordinario lector, que descansa de su abnegada dedicación médica con una pasión sin límites por un pasado que “tiene que esclarecerse para ganarnos la paz y el descanso”. El relato de Molina Fajardo es una síntesis viva de las terribles tensiones sociales de Andalucía; la investigación realizada con rigor y sigilo le originó serios problemas a un profesional de la derecha imperante que, sin embargo, no permitió que el cruel fratricidio pasara al olvido y, que “nada sospechoso para el régimen” habló con protagonistas, verdugos y víctimas que pudieron contarlo, de aquella locura que debe contarse y explicarse para que jamás vuelva a repetirse. Junto a los trabajos e investigaciones de Agustín Penon, realizados entre 1955 y 1956 y publicados en un libro póstumo Miedo, olvido y fantasía (Comares, 2009), el relato de Molina está considerado como el documento más fiable sobre la detención y fusilamiento del más conocido de los poetas españoles del siglo XX.