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Grecia necesitará un tercer rescate > Raquel Lucía Pérez Brito

Los esfuerzos de Europa, que hasta ahora se han ido ejecutando en los dos últimos rescates a Grecia, pueden no servir de mucho si, en las elecciones generales de abril, el nuevo gobierno que salga elegido no se siente comprometido con los acuerdos alcanzados hasta ahora con Europa. Los países son soberanos y pueden, a pesar de los acuerdos alcanzados con anterioridad, cambiar de opinión bajo la justificación de encontrarse en una situación excepcional que requiere medidas excepcionales.

Lo realmente preocupante es que incluso en el mejor de los casos, en el que Grecia, realmente, consiga mantenerse dentro del euro, sea capaz de mejorar su competitividad tras las reformas estructurales (a las que se ha comprometido y, con toda seguridad, alguna más) y finalmente consiga crecer un 1% en el 2013; el resultado más óptimo lograría situar a Grecia con un déficit del 120% del PIB en el 2020. Y con estos números, el problema heleno no estaría resuelto. Todo lo contrario, es muy probable que fuese necesario, al menos, un tercer rescate a corto plazo.

Con estos datos, uno se puede preguntar el porqué se están haciendo tantos esfuerzos para evitar que Grecia quiebre. Incluso a sabiendas de que puede no ser el último rescate, que pueden fallar las expectativas de crecimiento del país, o que sea Grecia quien decida salir de la eurozona de forma unilateral. Solo hay una respuesta posible y es que no existe certeza de las consecuencias que puede acarrear para el resto de países de Europa y fuera de ella. No hay cortafuegos que asegure que no se traspasará el problema al resto de economías debilitadas y de ahí el efecto podría ser multiplicador afectando a otras economías más sanas. Por lo tanto, existe cierta tendencia a pensar que si Grecia quiebra podría afectar negativamente, más pronto que tarde, al resto de economías mundiales. Aunque no tiene por qué ser obligatoriamente así, la duda ha hecho que Europa haya optado por rescatar a Grecia.

Lo que sí es evidente es que con estas medidas se gana tiempo. Y este tiempo sí que merecería todo el esfuerzo pasado y futuro si se utiliza en varios frentes a la vez. En primer lugar, para fortalecer al resto de los estados de la eurozona debilitados con medidas y objetivos realistas que se ajusten a las posibilidades de cumplimiento de cada país. Y en segundo lugar, la Unión Europea debe ejecutar reformas estructurales en su propio funcionamiento. Europa debe pasar al siguiente nivel, convirtiéndose en una verdadera unión económica, fiscal y política.

Para ello, la creación de los eurobonos no puede demorarse más. Hay que reestructurar ordenadamente la deuda soberana y la mejor opción es comenzar a sustituir bonos nacionales por bonos europeos con tipos de interés bajos en toda la eurozona. De esta forma estaremos comenzando a recorrer el camino hacia una unión fiscal y posteriormente a la creación de los estados unidos de Europa.

*Economista, abogada y licenciada en Ciencias Políticas / @errelu